Literatura barata

2.8K 28 12
                                    

Yo siempre he amado los pies, es un fetiche que llevaba en secreto desde que era muy pequeño, y nunca había hablado de ello con nadie.
Era obvio, siempre cae alguna broma, algún meme sobre "patas" o cualquier bobada por el estilo, pero yo simplemente pasaba de ello, siempre lo he comparado con chistes verdes.

Seguro que cuando alguien que le gustan las tetas hace un chiste de las mismas se avergüenza, aunque sea levemente, o quizás solamente sea mi imaginación, porque seguramente las tetas estén más socialmente aceptadas, igualmente son debates que no vienen al caso para mi historia.

Todo empezó cuando tenía 16 años, en mi instituto, era un año normal, con algún que otro desliz en alguna asignatura puntual, pero la media era más o menos buena, yo como cada mañana preparaba mi mochila y mis libros para otro día de clases.
A mi nunca me desagradaron del todo las aulas, pero si que es cierto que a uno le cuesta encontrar su "practicidad" de todas formas llegué a clase como cualquier otro día y me senté en mi mesa, mirando por la ventana esperando que comenzarán las clases.
En la entrada, la cual se veía a través de mi posición podía ver a mi profesora de Lengua, Isabel, la cual era también mi tutora, abrir la puerta por las mañanas.

Ella me caía francamente bien, y solía quedarme algunos recreos junto a ella para poder hablar de algún libro que me había interesado en su momento o de cualquier cosa relacionada a clase.
Sin embargo ese día la veía con otros ojos, quizás fuera mi inocencia o quizás que nunca me había puesto "cachondo" en clase pero de repente comenzó a atraerme más allá de lo espiritual y de su sabiduría.

Las habladurías de mis compañeros sobre una broma que planeaban hacer a algún miembro del profesorado pasaban desapercibidas a través del hecho de que nunca había logrado vislumbrar lo hermosa que era mi tutora, castaña, con el pelo corto, ojos marrones, y una boca y una nariz pequeñas, aunque de estatura era relativamente pequeña, y no muy alta, seguramente no lograse alcanzar el 1.70 yo la veía con otros ojos.

Cuando llegó a clase vino algo ajetreada con libros y su portátil para luego comenzar las clases, era la primera vez que no escuchaba lo que tenía que decir, pero era porque estaba embobado mirando sus pies, o más bien su calzado, unas zapatillas rojas y unos calcetines medianamente largos de color gris.

Era un look que solía llevar, pero ese día solo rondaba mi cabeza una sola pregunta "¿Cómo serían sus pies?" durante toda la clase miré solamente sus piernas, y consiguió que mi hora de literatura pasase volando, sin embargo cuando tocó el timbre me pidió que me quedase en el recreo con ella.

Aquello no era algo raro, pero normalmente surgía de forma más natural, es decir, yo le preguntaba cualquier duda o me quedaba sin más, pero nunca me llamaba estrictamente a mi, así que eso me preocupó, aunque tampoco en gran medida, con mi relación con ella podría inventar cualquier escusa y que se la tragase fácilmente.

Dos horas más tarde llegó el recreo y acudí a mi aula, allí estaba Isabel, esperándome, pidió que cerrase la puerta, así que obedecí, ella estaba sentada en su mesa haciendo algunas cosas en su portátil, así que me senté frente a ella, a preguntarle por qué me había llamado.

-Verás... Te he notado algo distraído hoy en clase, normalmente estás más activo, ¿te ocurre algo?

Por algunos momentos escusas pasaban por mi cabeza "nada profe", "solamente tuve un mal día", "me dolía algo la cabeza" ¿pero aquello era realmente lo que buscaba?
Mi historial de valentía no es que estuviese repleto de grandes hazañas, pero si que sabía una cosa, y llevaba pensando todo el día, así que realmente no podía pasar nada malo, le diría que me interesan sus pies, y me contestaría "eso es raro" o "eso está bien" pero tampoco iría más allá.

-Profe, si te soy completamente sincero... Creo que me atraen sus pies

Había leído cientos de historias sobre milagros donde profesoras calientes dejaban a su disposición sus pies de diosas en manos de sus incautos alumnos, pero sabía que esto era la vida real, y si quería algo tenía que decirlo.

Aunque rápidamente mi seguridad se transformó en vergüenza, y su cara pasó rápidamente de duda y extrañeza a un repentino enfado

-Eso es muy irrespetuoso por tu parte, eres un alumno del centro y no podemos tolerar ese tipo de comportamientos, se que está es una edad complicada para ti, pero me veo obligada a llamar a tus padres, no puedes venir e-excitado o cualquier cosa parecida al instituto

Gritó.

Mi cara se quedó avergonzada, no tenía valor si quiera de mirarla a la cara, no solo había quedado como un salido sino que había logrado perder una buena relación con mi tutora.

Si alguna vez os dicen la mítica frase de qué es lo peor que os puede pasar, pensadlo dos veces antes de actuar.

Mi mente ahora si iba a reventar, si mis padres se enteraban si que estaba perdido, me levanté del asiento, para acercarme a Isabel e intentar conversar con ella, llegar a algún tipo de acuerdo o algo, pero todo parecía perdido. Sin embargo, al fijarme en su escritorio me fije en una particular carpeta de archivos titulada "nudes" así que vi mi oportunidad clara.

-Profe, ¿por qué tiene una carpeta llamada nudes?

Su cara se quedó congelada, sus ojos apuntaban hacia mí, pero era como si mirase a la nada, como cuando te levantas por la mañana y te quedas fijamente mirando tu zapatilla intentando saber que harás de tu vida ese hoy, rápidamente vi mi oportunidad y la aproveché, no me gusta ser cruel, y mucho menos con alguien con el que tenía una tan buena relación, pero en la jungla es cazar o ser cazado.

-Espero que a dirección no le importe que traigas ese tipo de material a clase

Mis palabras reactivaron su presencia, me miró de nuevo, esta vez con una mirada amenazante, llena de furia.

-Está bien, listillo, estamos en paz, tu no hablas de lo mi carpeta, y yo obviaré que acabas de declarar que te pones cachondo en clase

Me senté de nuevo frente a ella, esta vez con una sonrisa pícara, pensé en parar, pero ya que se la había jugado me odiaría igual por hacerle una jugarreta que dos.

-Hummm... Creo que sigo teniendo ventaja, después de todo es tu palabra contra la mía, y creo que por ser menor saldría ganando - carraspee -
Como decía... Tengo curiosidad ¿cómo son sus pies?

Ella seguía furiosa, cerró su portátil y se quedó mirándome más fijamente, seguramente sopesando la situación.

-Si quieres jugar jugaremos, pero con mis reglas ¿entiendes?
-¿Y cuáles son?
-Yo no haré nada, solamente serás tu y mis pies, y no quiero saber absolutamente nada de tu "miembro"
-Todo es discutible, pero por ahora me parece correcto

Ella se quitó sus zapatos y sus calcetines, rápidamente me agaché e inhale su olor rápidamente, estaban levemente sudados, así que mi gusto era aún mayor, sus pies eran blancos, y de un tamaño pequeño, sus dedos eran del tamaño perfecto, tras oler sus pies ella me miró raro, como asqueada, lo cual no me frenó si no que me puso más cachondo.
Besaba sus plantas sin parar, y después comencé a chupar sus dedos, cómo si fueran un pequeño chupete, me sentía totalmente en el cielo, pero apartó los pies de mi cara velozmente.

-El recreo se acaba, ya has tenido tu sesión de pervertido ¿contento?
-Por ahora si, e igualmente no se preocupe, tome todo esto como una clase de educación sexual

Me reí levemente mientras ella se ponía sus zapatos y se marchaba, aún enfurecida, el timbre sonó y mis compañeros subieron a clase, y yo comencé las últimas horas de aquel día un poco más feliz de lo normal.

Kamu telah mencapai bab terakhir yang dipublikasikan.

⏰ Terakhir diperbarui: Dec 10, 2020 ⏰

Tambahkan cerita ini ke Perpustakaan untuk mendapatkan notifikasi saat ada bab baru!

Calcetines literariosTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang