Capítulo 5

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Un ruidoso beso resonó por toda la sala, y se puede estar seguro que los pájaros tuvieron que salir volando de las ramas de los árboles por precaución a que un cazador los estuviera acechando.

Emi: —¿Vos cocinando? —masajeó sus hombros—. Eso no se ve todos los días —rio en su cuello y aquella acción provocó cosquillas en la fémina que llevaba guantes para evitar que sus dedos se arrugen por culpa de la lavandina.

Avril: —Hey —separó los labios del joven de su piel—, no tenés que insultar las habilidades culinarias de tu novia, es de malvado —reprochó con los labios de pato. Emiliano no pudo evitar morderse el labio inferior al verla.

La puerta se abrió de repente y golpeó contra la pared, y, junto al fuerte impacto, una voz aguda acompañó.

Roma: —¡No lo aguanto más! —vino llegando con las manos apretando el cuero cabelludo, al parecer llevaba bastante tiempo haciendo esa acción dañina, ya que tenía los pelos disparados para todos lados. Podían confundirla con un bruja si no la conocieran—. Literalmente que no lo soporto.

Avril: —¿Qué pasó? —se puso delante de ella, pero su amiga siguió de largo y tomó asiento para después largar un soplido muy largo—. ¿Jason? —preguntó. Su silencio terminó por confirmar aquello. Últimamente sus caprichos solo tenían un nombre: Jason—. ¿Te hizo algo? —quiso indagar aún más en el tema, aunque sabía que el varón no había cometido ninguna atrocidad, era nada más su amiga con el resentimiento que cargaba por la muerte de Stacy.

Roma: —Sí —la miró y sus pupilas se bañaron en fuego—. Existir, eso hizo.

Apoyó sus brazos en la mesa de cristal y escondió su rostro sonrojado en ellos.

Él no conocía hasta ahora lo que era perder a un ser querido, a uno realmente cercano. Que cuando pienses en él algo adentro de vos estalle de emoción y felicidad.

Jamás había experimentado esa sensación de perderlo todo y estar enojado con una persona porque pensás que fue el o la culpable de tu pérdida. Y esperaba nunca hacerlo, se sentiría pésimo si estuviese todo el rato blasfemando contra alguien por algo que quizá no se pudo evitar. Pero entendía a Roma, creo que hasta Jason lo hacía, por eso no había saltado a dedicarle ochenta mil insultos exclusivamente para su persona, porque de hacer lo hubiese hecho hace rato, hace un buen rato.

Estaba dolida, había perdido a una de sus personas más importantes. Por más que Avril esté ahora mismo acariciando su espalda y susurrándole cosas bonitas al oído, su alma no sería la misma. Y eso duele.

Duele mucho más si levantas un poco la cabeza y ves la colita rosa que sostiene su cabello para arriba. La misma que llevaba Stacy todos los días.

Roma: —Yo quería que ambas pasemos años juntas, tomadas de la mano, venciendo a cada mal nacido que nos quiera hacer daño —se sorbó la nariz—. No pudo ser así, y quizá pase lo mismo con alguno de ustedes —su voz se quebró al final y la otra chica la tuvo que encerrar entre sus brazos. Su camiseta estaba siendo completamente empapada en estos momentos.

Avril: —No va a pasar con nadie más...

Roma: —No podés decir eso —se despegó de su pecho—. En la vida podés decir algo así.

Emi: —Qué tal si... —se colocó en medio de ambas— comemos lo que Avril estaba preparando —curvó sus labios—, tiene pinta de estar muy rico —le lanzó una mirada de «sigueme el juego» a su novia.

Roma: —¿Dejarían que coma con ustedes? —preguntó con ilusión—. No quiero molestarlos, sé que cada uno tiene que estar en su cabaña.

Avril: —No molestas para nada —replicó sonriente.

Day Z T6 Sin Mirar AtrásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora