Capítulo 9

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Rafa: —¿Vibramicina? —capturó la caja y la escudriñó—. Qué nombre más raro. Hey, Paul —el chico se giró y le prestó atención—. ¿Querés —elevó la caja al nivel de su rostro— vibrarme encima?

Las comisuras de sus labios cayeron ante la aberración que acababa de oír. El mundo de los chistes se encuentra de luto ahora mismo, es más, una oscura nube está pasando por él, y con intenciones de provocar una fuerte y ruidosa tormenta.

Paul se acercó a paso lento y arrebató la caja medicinal de sus manos para luego dejarla caer en el bolso que ya llevaba varios medicamentos adentro.

Paul: —Nunca más vuelvas a contar un chiste si es así de malo —señaló con desdén. Aunque en realidad el chiste le provocó gracia por lo malo que había sido, prefirió no mostrarlo, solo aumentaría el ego de su compañero—. Necesitamos focalizarnos en el trabajo —repitió con autoridad. Ya recalcó aquella frase varias veces el tiempo que pasaron ahí, pero siempre se olvidaba de que un niño de siete años lo acompañó a la farmacia.

Rafa: —Antipático —susurró bien en alto para que el mayor pueda oír—. Ahora, hablando seriamente, ¿para qué sirve esa cosa? —se refirió al médicamente que insto a su chiste.

Paul: —Es un fármaco que previene la propagación y el crecimiento de infecciones, como la neumonía y el acné. Nos será útil también para algunos que sufran de ataques de ansiedad, los calmará —Rafael asintió mientras lo oía—. La mayoría de los medicamentos suelen tener un apartado de letras chicas que detallan su uso, el problema es que la gente no suele leerlos.

Rafa: —Si en la normalidad nadie los leía, menos lo harán en medio de un desastre mundial.

Paul: —Tengo que admitir que tenés razón con ese punto —rio.

Paul tomó la decisión de echar un vistazo al vecindario, quería hallar una farmacia para reforzar su almacén de medicinas. Por suerte allí estuvo Rawson para explicarle con precisión en dónde estaba la más cercana. Tan solo tuvieron que caminar dos calles de tierra para llegar a ella; realmente era tener la mayoría de necesidades al alcance.

Rafa: —Hablando de desastres mundiales —hizo el intento de encestar unas gotas para los ojos en la bolsa, y, como se veía venir, falló. El médico lo observó y gruñó por ello—, ¿indagaste más acerca del virus?

Paul: —¿En qué podría indagar? —devolvió la pregunta.

Rafa: —Ehm —sostuvo y acarició su perilla—, no sé..., quizá sus orígenes, o efectos secundarios que no sabemos.

Paul: —Bueno... —se apoyó sobre una estantería vacía—. Tecnicamente sería imposible para mí saber el origen, puesto que apareció de la nada, y por eso no nos dieron información alguna en los medios. Aunque de seguro que tampoco nos la hubieran dado si conocían con exactitud la enfermedad —explicó un poco triste.

Lamentaba no haber podido terminar sus estudios con tiempo, quizá si lograba ser médico antes de todo esto, tendría un poco más de información, porque la verdad era que la duda lo mataba por dentro. Había noches en las que no lograba dormir. ¿Por qué?, porque se empeñaba en hacerse miles de preguntas que no respondería jamás.

Aún vive en su memoria el año sabático que se obligó a tomarse por la salud de su madre. ¿Dónde estará ella ahora?

Rafa: —Muertos que caminan, suena a ficción, ¿no?

Paul: —Ya ves —ambos rieron—. Jamás imaginé que el mundo se rompería de esta manera, ¿sabes?; siempre pensé que el humano estaría preparado para cualquier adversidad. Ya hemos superado a muchos enemigos invisibles —tras un resoplido, volvió a la tarea de guardar provisiones médicas—. Y ahora tendremos otro contrincante más del que cuidarnos...

Day Z T6 Sin Mirar AtrásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora