Riesgo

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Bakugou Katsuki 15años.

Kirishima Eijirou 15años.

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Su cabello rubio se mecía levemente con el viento tibio, el césped se encontraba algo húmedo por la reciente llovizna, pero de todas formas se encontraba sentado sobre el.

Estaba extrañamente silencioso, algo que se podría decir era raro cuando ese grupo de muchachos se reunía, pero de todas formas el rubio lo disfrutaba ya que no siempre podía ser así.

Y entonces, cuando más relajado se encontraba, la paz tenía que ser interrumpida por la voz chillona del otro rubio presente.

"Sero Sero, ¿Me acompañas de vuelta para buscar algo de comer? Me dio hambre jeje"

El chico a quien el muchacho rubio hablaba suspiro y se quejo levemente, preguntado el porque él tenía que acompañarlo si el rubio "Se sabía el camino completito", de todas formas el pelinegro lo acompaño, dejando así tan solo en el lugar a ambos chicos de ojos rojizos luego de soltarles un "No vayan a caerse del risco con su idioteces" a modo de broma.

Kirishima soltó una leve risa debido a lo dicho por su amigo, respondiéndole que "No tenía de que preocuparse" y que él "Cuidaría de Bakugou".

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El silencio entre ambos se mantuvo por algunos minutos, pero éste fue roto por lo movimientos del rubio, quien lentamente se levanto de su lugar dirigiéndose a donde anteriormente habían depositado algunas de sus pertenencias, entre ellas el sombrero de Kaminari, la rojiza capa de Katsuki y justo sobre ésta descansaba el sable del mismo chico, quien seguidamente lo sostuvo entre sus manos.

Aquel bien cuidado sable cabía perfectamente en las manos del muchacho, su empuñadura de madera envuelta entre trozos de tela anaranjados y marrones era apretada por la mano derecha del rubio, para así proceder a hacer algunos movimientos en el aire. Por su parte el pelinegro se mantenía atento a los movimientos de su amigo, aún sin tener la vista posada sobre él.

"Peleemos"

Tan solo aquella palabra sacó al muchacho que seguía sentado en su lugar de su tranquila burbuja. El pelinegro volteó para mirar a quien le dirigió la palabra, en su rostro se podía ver una leve confusión.

"Para practicar, idiota"

El rostro del más bajo cambió para formar una pequeña "o", no era muy común que el rubio quisiera practicar con alguien, ya que siempre que él le preguntaba si se le podía unir Katsuki se negaba, mientras que cuando lo veía practicar nunca fue en compañía de alguien más. Kirishima mentiría si dijera que no se encontraba tanto nervioso como emocionado.

Eijirou se levantó de un salto de su lugar, con una medía sonrisa que dejaba entrever sus filudos colmillos, "Bien", respondió manteniendo su sonrisa. Procedió a sacar una de las dagas que mantenía en su cinturón, y rápidamente el pequeño combate dio inicio.

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Llevaban ya su buen rato practicando, entre tanto tenían algunos descansos para charlar y reponer energías, el sudor que cubría su piel ya se encontraba frío y aún así sus compañeros no se dignaban a llegar.

Se suponía que irían tan solo por algo de comer para el de ojos amarillos, ¿En que se tardaban tanto?

"¿Una más? Parece que se tomarán su tiempo"

Ofreció el pelinegro, haciendo referencia a sus otros dos acompañantes.

Como respuesta recibió un asentimiento de cabeza.

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Pasaron los minutos entre golpe y golpe, ambos muchachos presentaban algunos rasguños, pero nada lo suficientemente grave gracias al cuidado que los dos mantenían de no herir al contrario.

Kirishima se encontraba en el borde del lugar, la caída no era algo como para bromear sobre, pero sabía que si ambos mantenían el control nada malo ocurriría.

No sabía cuanto se equivocaba.

Los ojos rojizos de Katsuki brillaban a la luz del atardecer, tanto que Eijirou pensaba que si miraba lo suficiente podría ver su mismo reflejo en ellos, y por un segundo sintió que ya no se encontraba en el borde de un risco con aquel muchacho rubio acorralándolo con su sable en mano, si no como si fuera aquella noche estrellada cuando por primera vez descubrió aquel detalle que lo diferenciaba de otros, presenciando aquellas alas de membrana rojiza en el reflejo distorsionado de si mismo sobre el lago.

Y fue eso, en tan solo en un segundo ese sentimiento de curiosidad se fue tan rápido como llegó, siendo dispersado por el prominente ataque de parte del rubio.

Como si lo hubiera predicho el pelinegro se separó del rubio en cuanto vio su brazo tensarse para dar aquel golpe.

"Ah...el césped sigue algo húmedo" pensó, y deseó su brazo hubiera sido lo suficientemente rápido, pero no fue así.

Por que no logró detener a su amigo de aquella caída.

Y vio a su amigo caer al vació como si hubiera ocurrido en cámara lenta.

Katsuki hizo de todas formas aquel ataque, sin notar el movimiento de su contrincante quien alcanzó a separarse, fue él mismo quien se impulso a caer, el césped seguía húmedo resbalado sus pies en el borde y el impulso con el que venía su cuerpo no ayudó. Trató de sujetarse a algo, pero su mano resbaló y se podía ver en sus ojos el miedo que sintió en ese momento, no había vuelta atrás, cayó.

"Idiota"

Fue aquello lo que cruzó la mente de ambos jóvenes, mientras que el pelinegro decidió que no tenía más opción que actuar.

No supo si fue la adrenalina y el miedo que recorrían su cuerpo lo que hizo que la transformación fuera más rápida de los normal, pero no tenía el tiempo como para analizarlo.

Y si hubieras visto aquel momento desde fuera no podrías decir que ocurrió en el transcurso de tan recortado tiempo.

Por que ese brillo proveniente de su cuerpo no sería normal de ver y las escamas en sus antebrazos lograban pasar desapercibidas desde los ojos de otros, era algo más lo que llamarían su atención. Su cabello de aquel oscuro tono se tornaba a un brillante rojo que combinaba con el de sus grandes ojos, y los duros cuernos que lo acompañaban ya ocupaban su lugar en su cabeza. Y aquello, lo que en aquel momento salvaría la vida de ese rubio muchacho idiota, esa rojizas alas hicieron su aparición, de un rojo opaco y levemente translucido con los bordes duros de escama. Un no tan leve aleteó que meció el césped e hizo revolotear las hojas de los árboles.

Tan rápido como lo deseo ya tenía entre sus manos el cuerpo de su anterior contrincante, y se prometió que luego pensaría que hacer con respecto a lo que acababa de revelar.

Príncipe Dragón | KiribakuTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon