Ha pasado un año desde que su padre fue asesinado a sangre fría.
Anya Hammond nunca ha creído la historia detrás de su muerte, ni los extraños sucesos en Hawkins. Pero sus problemas recién están comenzando.
Billy Hargrove. Bellamente guapo, diaból...
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Anya llego a casa después de trabajar en Benny's alrededor de las dies y media, el aire se volvió un poco más fresco cuando la noche ya había caído. Charles solía trabajar con ella hasta el final, a menos que decidiera tomarse una noche libre. En cualquier caso, el hombre había sido un regalo del cielo. El siempre se aseguraba de que Anya no trabajará demasiado, pero por lo general ella ignoraba sus consejos.
Sus ojos estaban caídos mientras doblaba la esquina, contenta de estar cerca de casa ya que todo lo que quería hacer era plantar su cama.
Se detuvo en el camino de la entrada y sus faros captaron la figura de una niña sentada en el pequeño muro de piedra entre las dos propiedades.
Al darse cuenta de que Maxine, Anya salto de su coche y trotó hacia la joven. "Maxine? Estas bien?"
La joven pelirroja se encogió de hombros, con una expresión bastante triste en su rostro. "Estoy bien. Y es solo Max,"
"Ah, justo entonces, Max," Anya estaba apunto de preguntarle porque estaba sentada afuera tan tarde, cuando un fuerte bramido se filtró desde la casa de al lado. Se podía oír al padre de Billy rugiendo como un oso, ocasionalmente la voz más tranquila y femenina de Susan rompiendo dos voces masculinas. "Ellos hacen eso mucho?"
Max asintió. "Por lo general es por Billy. Es un idiota."
"El es tu hermanastro, verdad?" Pregunto Anya, plantándose junto a la chica.
"Si. Mi mamá conoció a Neil en California y hemos sido una familia feliz desde entonces," la voz de Max estaba llena de sarcasmo, su tono sonaba demasiado desgastado para ser el de un niño. Anya se pregunto cuánto tiempo había estado sucediendo este tipo de cosas. Sabía el daño podía hacerle a un niño vivir con padres que estaban en desacuerdo.
"Quieres una dona?" Anya expresó, sosteniendo una bolsa de papel llena de golosinas azucaradas. Max agarró una con estusiasmo, hundiendo sus dientes en la masa suave inmediatamente.
"Gracias," dijo ella con la boca llena.
"No te preocupes. Hay recetas secretas de la familia del restaurante de mi padre," Anya se toco el costado de la nariz.
Max terminó su dona en tiempo record, metiendo la mano en la bolsa por otra. "Tu papá recibió un disparo, no? Escuché a algunos niños hablar de eso hoy en la escuela,"
Anya se estremeció levemente, aunque se lo ocultó a Max, que había comenzado a masticar su segunda dona y parecía imperturbable por su pregunta bastante insensible. "Si...el estaba. En el restaurante. Al parecer, algunas personas entraron a robar el lugar, mi papá estaba trabajando hasta tarde, así que le metieron una bala y se llevaron el $40 que había en la caja."
"Eso apesta." Max suspiró, lamiendo sus dedos uno por uno. "No pensé que cosas así sucedieran en pueblos pequeños,"
"Yo tampoco," Anya estuvo de acuerdo. "Fue un poco de shock,"
