Roces y tensión

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Una semana, ya había pasado toda una maldita semana. Cinco días completos desde el momento en que toda su vida, toda su rutina y lo que conocía se interrumpió abruptamente. Mangel miraba a través de las ventanas tintadas del vehículo en el que estaban ahora como las casas, señales y personas a su alrededor pasaban junto a el, completamente ajenos al hecho de que estaba ahí, siendo retenido contra su voluntad. Su captor no tenía la intención de darle la menor oportunidad de escapar, y aunque sus restricciones no eran tan extremas como las primeras, si eran molestas para no ser cinta. De hecho casi la prefería, porque entre el movimiento del coche por las noches y el constante raspar de su piel contra las sogas le ardían las muñecas un infierno.

Y por si eso fuera poco estaba ansioso, sabía que un examen muy importante para su cursada estaba dándose ahora mismo y que el estaba atrapado en esa maldita camioneta sin posibilidad de hacer valer todo lo que había estudiado, y sin tener siquiera un maldito cigarrillo para ayudarle a calmarse. Si sus manos estuvieran sueltas seguramente estarían temblando de la pura necesidad, y su único modo de pasar el tiempo era dar cabeceos contra los costados de la camioneta o auto donde estuviera preso hoy, a veces mas suave y a veces mas fuerte, a veces por simple irritación y otras por mero aburrimiento ¿La intención? Nada realmente, solo estaba ansioso, adolorido, cansado y tan pero tan molesto.

-¿Podrías parar?-

El pelinaranjo se dio vuelta en su refugio de mantas improvisado.

-No- volvió a golpear el costado de la camioneta.

Lolito maldijo y trato de evitar el sonido tapándose los oídos con tela, pero sus golpeteos seguían molestándolo y su lado mas mezquino lo disfrutaba enormemente.

-Estas haciendo méritos para que te raje todo el cuello-

Mangel se rio sin ganas.

-No mas de los que ya tienes para que yo lo haga primero, estas arruinando mi maldita vida- golpeo de nuevo su cabeza contra el metal

El vampiro salió de sus frazadas, se sentó y, no por primera vez, lo apuñalo nuevamente con la mirada. Emitió un sonido bajo de advertencia dejando entrever sus colmillos y haciendo que su sangre se congelara en sus venas. El silencio que se impuso en aquel reducido espacio era tenso como la cuerda de un arco, y cuando Mangel estaba considerando seriamente disculparse, un par de golpes contra el cristal desviaron su atención lejos de el y sintió que el aire volvía a sus pulmones.

-¿Ahora que...?-

Lolito se desliza a la parte delantera de la camioneta y ve de quien se trata. Mangel se emociona al ver por el espejo retrovisor que se trataba de un policía, pero cuando iba a gritar la mirada que le dirigió su secuestrador fue suficiente para que se detuviera, una mirada que decía claramente "grita y te daré una buena razón para gritar".

-Buenos días oficial- saluda como si nada su captor mientras baja la ventanilla lo suficiente para que se miraran, pero no para que pudiera ver bien el interior -¿Que se le ofrece?-

-He escuchado golpes viniendo de su camioneta ¿Esta todo bien ahí?-

-Si, es solo mi perro que se emociono, su cola pega fuerte contra cualquier cosa que haya cerca y a veces el tonto no se da cuenta que se lastima-

Mangel golpeo la cabeza de nuevo contra el metal, una y otra vez tratando de que le oigan.

-Esta muy emocionado porque es la hora de la comida-

-¿Seguro? Eso no suena como un perro-

-Es bastante grande, de verdad no es nada-

-¡Ayuda!- finalmente se atrevió a gritar.

Mercurio y Esmeralda (Beta)Where stories live. Discover now