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7:44 p.m.
El timbre del departamento sonó, indicando que algún invitado había llegado de imprevisto. Perezosamente colocaste tus pantuflas y te dirigiste a abrir la puerta primero asegurando el quien estaba tras ella. Oh vaya grande la sorpresa que te llevaste al observar quien estaba del otro lado de la puerta, cubierta con un abrigo color negro y una bufanda blanca por el frío quien su causante era el invierno.
── ¿Me extrañaste? ── preguntó sonriendo retirando un poco su blanca bufanda.
── ¡Minari! ── te tiraste en dirección a su cuerpo envolviéndola en un abrazo, abrazo que ella más que gustosa recibió.
── Yo también te extrañé mucho princesa ── habló casi en un susurro solo audible para las dos.
Se quedaron un tiempo prolongando en esa cómoda posición, abrazadas. Importándoles muy poco las miradas extrañas que las personas que pasaban por ahí les daban al ver a dos chicas envueltas en los brazos de la otra bajo el blanca nieve caer sobre sus cuerpos y ni hablar del frío infernal que hacia en el exterior.
Decidiste hacer el acto de acurrucar tus manos en las lindas mejillas de Mina. Al tener un tacto instantáneo un chillido salió de tus labios, retirandolas al mismo tiempo por lo heladas que se encontraban.
── ¡Dios, Mina estás helada! ── reclamaste llevando tus manos a las suyas, comprando si estás al igual que sus pálidas mejillas se encontraban con aquella temperatura. Cosa en la que acertaste. ── Vamos adentro ── cambiaste el agarre, solo tomado una de sus manos para conducirle dentro, yendo tras tuyo.
── Gracias Jagi ── dió las gracias temblando con ligereza en su propio lugar de pie.
Sonreíste en respuesta ── Te prepararé chocolate caliente, espera aquí Minari ── avisaste, dejando un besito en sus labios que fue correspondido, antes de desaparecer en dirrección a la cocina.
── ¡Está bien! Gracias ── habló envolviendo su friolento cuerpo en un edredón que estaba sobre uno de los sofás de la sala. Ese edredón lo habías tejido junto a Mina hace ya un tiempo, en la entrada de la primavera floreada.
La japonesa camino a la cocina envuelta aún viéndose adorable, para acompañarte mientras preparabas la bebida de sabor dulce para Mina y para ti, como ayudante en entrar en calor corporal.
Se contaban algunas anécdotas que ocurrieron en la vida de la otra mientras no se hallaban juntas como para vivirlo o contarlo en el tiempo correspondiente. Sinceramente las 3 semanas que no se vieron ni se tuvieron en los brazos de la otra fue una verdadera forma de tortura medieval.
Al terminar de preparar el chocolate caliente extendiste una taza con espuma sobresaliente a Mina primero.
── Aquí tienes, espero tenga un sabor rico ── diste un trago a tu taza de chocolate.
── Gracias ── la recibió mirándola con entusiasmo y mostrando su característica sonrisa de encías.
Dirigiéndose al sofá delante de la chimenea que acogía fuego ardiente en ella, se acurrucaron y cubrieron sus dos cuerpos con la manta que la japonesa envolvió en ella con anterioridad, buscando calor y comodidad. Bebían el chocolate caliente dando soplidos con falsas esperanzas de bajar la temperatura de la bebida y no quemar sus labios, también dejando bigotes pintados debido a la espuma y riendo suavemente de eso.
Todo era tan perfecto y acogedor que si te preguntarán podrías asegurar que no era real.
── Te amo mucho ── dijo Mina a unos cuantos milímetros de tu rostro. Dejo la taza en sus manos en la mesita, cambiando el sostener el objeto por acariciar tus mejillas con sus pulgares.
── Yo también te amo, mucho ── confesaste apegándote a sus labios en un dulce beso que tenía sabor a chocolate caliente incrustado equitativamente.
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AaaaHh siento que este one shot me quedó muy cursi, pidoperdón):
