𝐂𝐮𝐫𝐬𝐞𝐝 𝐝𝐢𝐯𝐢𝐧𝐢𝐭𝐲 | ᴰᵉˢᶜᵉᶰᵈᵃᶰᵗˢ

IV

| L.E.F.G | ━━ II

-¿Nunca te sentiste sola?- Su tono de voz parecía decaer a medida que avanzaban por el sendero que llevaba al muro que dividía al reino y al páramo. Sus ansias por saber que habría tras esa muralla le generaba frustración por no caminar con más rapidez. Pero, cuando escuchó a la joven princesa a su lado, toda su atención giró y recayó sobre ella. No entendía a qué se refería, y tampoco sabía que responder. -Tu entrenamiento fue muy extenso, y no te permitían siquiera tener descansos. Tuvo que haber algún momento en el que te sintieras miserable y abandonada, ¿no?- Su semblante mostraba una combinación de emociones negativas y dubitativas, lo que no pasó desapercibido para la Semidiosa.

Hizo un recorrido mental entre sus recuerdos, localizando aquellos oscuros que prefería dejar encerrados y ni siquiera tratar de volverlos al presente. Sí, no había sido nada fácil, pero descubrió que si los apartaba e ignoraba, podía lograr seguir como si nada estuviera pasando a su alrededor. No eran las palabras más exactas para responder, y por ello prefirió ignorar el tema.

-¿Quieres saber algo curioso?- Murmuró cerca de ella para no interrumpir el discurso explicativo del guardia que custodiaba la barrera. La ahora rubia princesa asintió con una expresión de suspenso, por lo que, la recién llegada tomó su mano y juntas comenzaron a correr sin importarles los gritos del hombre quien las perseguía. -¡A veces solo tienes que dejar de pensar en lo que sucederá a continuación!- El fuerte viento sacudía sus cabelleras, haciéndolas sentir libres en cuanto se acercaban al punto más alto del páramo. -Sólo necesitas convicción, y voluntad propia para lograr lo que quieres- El límite del sendero las hizo detenerse, y la vista fue lo que las hizo suspirar con sonrisas: al otro lado estaba la vida de seres que florecían gracias al amor, respeto y cordialidad, todo lo que le faltaba al reino. -Sólo tú puedes cambiar tu propio destino- Culminó mirando hacia al frente, deleitándose del como las estrellas le daban un toque especial a aquel lugar mágico.

-Dejar de preocuparme por el mañana, convicción en mis decisiones y, solo yo tengo las riendas de mi destino- Recitó una, y otra vez admirando el paisaje con cierta pizca de superioridad.

-Me gustaría bajar a saludar, ¡vamos!- No había prestado atención a la actitud de su acompañante, siendo ésta el primer indicio de lo que vendría más adelante.

| V.I.O | ━━ III

Mantenía la mirada fija sobre la lanza que llevaba en manos su contrincante, Kal. La práctica se llevaba a cabo en uno de los estadios de Grecia que se hallaba abandonado mientras se redirigía su construcción. Sus cuerpos pedían a gritos un descanso, pero el primero que se rindiera estaría todo un día cumpliendo peticiones de los adoradores de sus representantes, y ninguno tenía planes de doblegarse ante el otro.

Entre sus manos hizo aparecer su arma favorita, el arco y flecha, se ocultó en cuanto la lanza cayó a solo pocos metros de su posición. Comenzaba a frustrarle el hecho de que su medio hermano fuera su adversario, ambos eran muy competitivos y por ello no participaban juntos en las prácticas. Pero, era un castigo por parte de Dionisio al enterarse de que ellos no habían estado cumpliendo su labor en el inframundo, y era un trato justo.

Tiró una de sus flechas, la cual rozó el brazo del chico, mientras corría a esconderse a otro lugar. Los presentes se hallaban en tensión al ver como la pelea estaba subiendo de nivel con rapidez, y si seguían terminarían cortándose las cabezas entre ellos mismos.

-Es hora de que detengas tu diversión.

La divinidad encargada solo atinó a reír con malicia, estaba disfrutando el espectáculo y no se arrepentía el castigo impuesto. 

-Faltan tres minutos, no seas tan amargado- Incitó con una leve sonrisa de diversión.

-Es suficiente tiempo como para que alguien termine sin un miembro de su cuerpo- Insistió con desdén.