XII.

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"No te ahogas cayendo al agua, te ahogas quedándote ahí."

-Louis Cole

12 de diciembre de 1527

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12 de diciembre de 1527

Las palabras que su hermano pronunció hicieron eco en su mente haciéndolo sentirse desorbitado y mareado. A su alrededor parecía que el tiempo se hubiera detenido, los pájaros ya no silbaban, los copos de nieve ya no caían y los arboles ya no se movían al compás del viento; todo estaba... congelado.

— ¿Estas jugando verdad? — preguntó el omega esperando a que fuese cierto, pero Logan negó con la cabeza acercándole el tótem. — Pero...

— Solo tócalo Louis, y recordarás... — interrumpió Logan incitando a su hermano a que tocase aquella madera tallada en forma de zorro.

La punta de los dedos de Louis cosquilleaba de aquella forma familiar de cuando sentías que la sangre dejaba de circular por alguna de tus extremidades, la sensación de millones de hormigas recorriendo la punta de sus dedos se acentuaba cada vez más a cada centímetro que cortaba al estar mas cerca de rozar el tótem. De cierta forma, percibía que aquel pedazo de madera lo atraía, sentía una gran fuerza hacia ella. Tenía que tocarla, quería tocarla, deseaba tocarla, pero ¿porque?.

Louis finalmente acercó su mano hacia el collar, tomándolo desde la cuerda de cuero para después dejarla posar sobre la palma de su mano.

Una fuerza magnética lo arrastró a un mundo paralelo donde en ningún momento sintió que cambió de realidad, lo único que percibió fue un gran viento que provocó que cerrase sus ojos y que al abrirlos el mundo que conocía era brillante y lleno de vida, se haya convertido en todo lo contrario.

Logan no estaba, pero sí las cosas con las que habían ido solo que ahora carecían de algo de color como si se hubieran lavado una y otra vez hasta que el color brillante que una vez estuvo ahí se fuese desvaneciendo. De igual manera, la tarta a medio comer seguía ahí, la leche casi terminada, los cubiertos y las servilletas con las que se habían limpiado estaban exactamente igual.

Hacía frío y estaba oscuro, corrientes de aire golpeaban su rostro con toscas caricias, que provocaran que la anatomía del pequeño omega comenzase a temblar.

Louis miró a sus alrededores girando bruscamente su cuello, alterado al ver que no estaba su hermano y que de pronto el día se había convertido en noche con solo un parpadeo.

— ¡Logan! — gritó Louis al ponerse de pie mientras giraba sobre si intentando ver alguna luz o alguna señal de vida. Los arboles bailaban a la orden del viento, sacudiendo sus hojas con ferocidad. — ¡Logan! — gritó de nuevo Louis con un nudo comenzando a formase en la base de su garganta. Si alguien estuviese cerca de ahí lo olería, el temor de Louis era tan palpable como si de un objeto se tratase.

La desesperación comenzó a inundarlo, estaba solo, tenía frío, no entendía absolutamente nada de lo que pasaba. Su respiración comenzó a alterarse y sus ojos comenzaron a arder.

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