Capítulo 37

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- ¿A que hora tenemos que estar en el circuito? - preguntó Charles mientras salíamos del hotel con nuestras mochilas y vestidos con el uniforme de la Scuderia.

- A las 11 - informé.

- Entonces hay tiempo para pasar por un Starbucks - contestó mirando su reloj - ¿Querés?

- Dale. No me voy a negar a uno de mis cafés preferidos.

El piloto destrabó la Ferrari y ambos subimos para colocarnos el cinturón de seguridad. Manejó hasta el local donde compramos el desayuno y lo fuimos degustando camino al autódromo mientras íbamos charlando de nuestros días libres.

Fin de semana de carrera en Bélgica. Éste trazado me gustaba muchísimo, era uno de mis favoritos. Aunque el año pasado vivimos momentos agridulces: la primera victoria de Charles y el fallecimiento de su amigo Anthoine.

Claramente sabía que no era casualidad que él haya querido que lo acompañara hasta acá. Por lo general no veníamos juntos salvo alguna ocasión especial o que él me lo pidiera.

A poco de llegar, sentí la mano de Leclerc sobre mi muslo y lo miré preocupada.

- ¿Estás bien?

- Me cuesta un poco estar acá - suspiró - Tengo sentimientos encontrados.

- Es normal - agarré su mano - ¿Te acordás de lo que hablamos antes de esa carrera?

- Claro que sí. De ahí saqué fuerzas para ganar. Esa charla me sirvió muchísimo.

- Este circuito siempre va a ser especial para vos. Para todos - sonreí - Ustedes corren por él.

- Así es - estacionó el auto y me miró - Gracias por venir conmigo.

- De nada - apreté nuestra unión.

- También me acuerdo de...

- Oh no...

- Esa noche, como una cosa llevo a la otra y...

- Soltar Charles, soltar - negué riendo.

Bajamos de la Ferrari y empezamos a caminar hacia el paddock. En el recorrido sonó mi celular. Lo saqué de la mochila entre malabarismos y atendí.

- Hola vos - saludaron del otro lado.

- Hola yo - sonreí - ¿Cómo estás Bonito?

- Muy bien. Y más ahora que te veo.

- ¿Dónde estás? - cuestioné mientras frenaba y lo buscaba.

- A 15 metros tuyos, a la derecha.

Giré en la dirección que Michael me había indicado y lo vi. Fue inevitable reírme ya que caminaba con un montón de cosas en sus manos y Dan iba a su lado completamente libre. Charles se paró a mi lado y miró hacia donde yo estaba viendo.

- Te espero - informé y colgué.

- ¿Lo tiene contratado también de mayordomo? Le lleva toda las cosas.

- ¿Perdón..? - lo miré levantando una ceja - ¡Holaaaa!

Levanté mis brazos para que me vea y se puso colorado.

- Ay Lía, disculpame.

Me sacó de las manos la bolsa que contenía su casco y otra más que llevaba ropa para alivianarme un poco.

- Dos años y medio así, Leclerc - intenté no reírme - DOS. AÑOS. Y. MEDIO.

- Ya. Ya entendí.

No me sueltesWhere stories live. Discover now