Amame solo a mi [ITASASU]

17

Eran las 6:45 de la tarde y como no tenía nada que hacer salió a comer a su local favorito de Ramen. Desde un inicio tenia la intención de pedirle a sus amigos que lo acompañaran a comer, pero era una lástima que estos fueran pareja y por sobre todo acabaran de terminar ese mismo día.

Salir con los dos sería demasiado raro para todos pero ir con solo uno tampoco era una opción, si iba con Sakura era seguro que ella se la pasaría quejándose tanto que haría imposible disfrutar su comida, ir con Sasuke significaría verlo ser tan indiferente con el tema que le daría miedo. Por lo tanto se encontraba el solo.

No faltaba mucho para llegar a su destino y eso le hacía muy feliz, aunque Naruto empezó a sentir que alguien lo seguía, cosa que hacía que un miedo creciera en su interior. Quería creer que solo era su imaginación por lo que apresuro su paso lo suficiente para llegar en unos segundos a una tienda cualquiera, pero tampoco lo suficiente para verse como un loco desesperado.

- Falta poco ttebayo- se animaba a si mismo y cuando creyó que lo lograría el auto se estacionó a unos centímetros enfrente de él. Su miedo se incrementó y al ver que la puerta se abría, no lo pensó ni dos segundos cuando se puso a correr en sentido contrario.

Al instante escucho como gritaban pero poco le importo, el siguió corriendo como si su vida dependiera de eso –que en realidad si era de esa manera en ese momento– y no se detuvo por ningún motivo hasta que alguien lo sujeto del brazo.

Naruto no era de las personas que rezan demasiado o ponen su fe en otras personas, pero ahora si un Dios en verdad existía el necesita de su divina intervención.

-Por un momento en verdad crei que no te alcanzaba- se giró a ver a su secuestrador y se encontró con el rostro  de Itachi. Por un breve momento todos sus temores se disiparon, pero tan rápido como se fueron volvieron a llegar, el rubio no conocía bien a la persona que tenia enfrente pero estaba seguro de que este era capaz de planear un secuestro en su contra.

-Se que tu y yo hemos tenido nuestras diferencias ¡pero por favor perdóname la vida¡- chillo por un poco de clemencia.

-¿Ahora a ti que te pasa?- interrogo el mayor muy sacado de pedo por los gritos del contrario.

-¿Qué me pasa a mí?- se autoseñaló exagerando la expresión en su rostro -¡¿Qué te pasa a ti?!, siguiendome como si fueras un maldito loco, por un momento pensé que ya no vivía para contarla.

-Lo siento, eso fue...

-¡Eso fue idea mía!- un tercero se unió a la conversación, llegando como si lo que acabara de hacer fuera lo de siempre -crei que seria buena idea perseguirte por un rato y cuando llegara el momento ¡BAM! meterte al carro.

Quien se unió fue Deidara, riéndose del lamento de Naruto y lo avergonzado que se encontraba Itachi, pero no podemos culparlo, la cara que tenían los dos mencionados –y más el menor– eran arte puro.

Viendo que el Uzumaki iba a protestar otra vez lo mejor fue hablar de nuevo -De verdad lamento eso, pero solo quería hablar contigo y pedirte un favor.

Naruto comprendió que lo que sea que le iba a pedir debía ser muy importante como para tragarse su orgullo y hablarle como una persona civilizada, un suceso casi histórico estaba sucediendo y eso lo sabía bien. Sonrio para sus adentros, talvez podría sacar provecho de todo esto.

-Escuchare lo que tengas que decir, SOLO si me invitas un Ramen.

-Esta bien- sabiendo lo terco que era acepto.