Camila, una puta. Como todas llevaba sobre su espalda una mochila con el peso más grande existente, la vida de sus seres queridos eran las más pesadas. Labial bordo, sombras y una caja de condones, esas eran sus herramientas y ese era su escudo para combatir la gran guerra en la que participaba día a día. ¿La solución? Matarlo, verlo arder. Pero lo que ella no sabía era que esos gritos la acompañarían el resto de sus días y la llevarían al mismo infierno.