Ninguno de nosotros tiene el poder de prever su futuro, pero vaya que era algo que Alan Rickman deseaba tener, muchas cosas no eran lo que esperaba tener, y otras tantas eran aún más de lo que pudo soñar. Durante toda su vida intento crear tanto como pudo, dejando atrás sus propios anhelos de infante, abriendo paso a aquellos sueños que la madurez traía consigo, aquellos sueños que no involucraban ni por error a esa joven de 26 años llamada Thea Sharp
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