¿Existe el verdadero monstruo? Es la pregunta que surge al llegar a la adultez, cuando la línea entre la realidad y la ficción se desdibuja. Desde la infancia, nos han enseñado que los monstruos son seres despiadados, diseñados para sembrar el caos. Las brujas, los antagonistas de las historias y el lobo feroz son vistos como su encarnación, pero la auténtica amenaza reside en seres de carne y hueso. Aun así, ¿no es esto solo una historia que nos contaron? Yo tampoco solía creerlo, hasta que, un día, descubrí la verdad que habitaba bajo mi propio techo y en mis propias entrañas, la oscuridad de mi propio reflejo me reveló que también era un monstruo. Ya no le tenía miedo a los fantasmas, ni a los montruos bajo la cama, algo así no podía asustarme... mi miedo más grande habitaba dentro de mi cabeza y luchar con ellos día y noche me daba a entender que no hay infierno más grande que el de uno mismo. Recuerda: En el relato de Caperucita, el lobo siempre será feroz.