Capítulo III

64 9 1
                                    

Mi cara de asombro y confusión seguro eran un poema. Scott me observaba con interés mientras yo asimilaba cada una de sus palabras.

—¿Qué hacías tan cerca de nuestra guarida, forastera?

Estaba siguiendo a tu hermano como una maldita acosadora hasta que lo perdí de vista. Jeje.

—Solo intentaba tomar el camino más corto a la ciudad— mentí — Aún sigo sin entender lo que está sucediendo. ¿Qué es eso de manada? Hablan como si fueran animales.

Me observó perplejo.

—Siempre hacen las mismas preguntas— resopló— ¿De verdad no sabes nada?— inquirió dudoso, en mi rostro se reflejaban todas las respuestas.

¡Ay no! Este hombre está igual de loco que sus hermanos.

Esto es real— recordó mi conciencia.

—¿Sabes qué? Mejor no quiero descubrirlo solo ayúdame a salir de aquí, ¿sí?— traté de poner una de esas caras del gato con botas, si el obtenía lo que quería con ella entonces yo también.

—No puedo.

—Claro que puedes— me acerqué de forma desesperada a él— Aquí estoy en peligro, yo... prometo no decir nada a nadie. Pero por favor, ayúdame. Somos compañeros de la universidad, al menos hazlo por eso.

—Pero claro que puedes irte — mencionó de repente— Pero hay un problema, y es que el único modo de salir de aquí es la muerte, princesa.

Lo miré con los ojos abiertos.

—¡Déjame salir, Scott— demandé — ¡Son unos malditos psicópatas!— lo siguiente que hice fue correr hasta la puerta e intentar abrirla estaba cerrada y comencé a gritar una y otra vez golpeandola— ¡Auxilioooo!— lágrimas amenazaban con salir de mis ojos.

—No lo va a volver más fácil resistirte. Y sí, somo compañeros pero no amigos— escuché hablar a Scott detrás de mí, pero no le preste atención seguía aporreando la puerta como una maniática— Nadie va a venir a rescatarte Anabelle, no estas en un cuento de princesas donde te rescata un príncipe, esta es la realidad.

Me detuve y volteé a verlo.

—Si te quedas quieta todo saldrá bien, pero si te comportas como una perra rabiosa solo obtendrás lo contrario.

¿Entonces eso sería todo?, actuar como si no hubiera sido secuestra por tres hermanos que se creen lobos, nada difícil (notese el sarcasmo)

—Por favor que esto solo sea un sueño— rogué cerrando los ojos con fuerza— Voy a despertar en 3,2,1 y todo estará bien.

Abrí los ojos lentamente y sentí como si me hubieran lanzado un cubo de agua fría, me encontraba en el mismo lugar con la maldita sonrisa de Scott.

—Está bien— mentí y comencé a actuar como si hace un minuto no hubiera perdido la cabeza

—Comenzamos a entendernos— en sus labios se reflejó una sonrisa pilla.

Un tatuaje en su muñeca llamó mi atención, era como el de Evan.

—¿Ese tatuaje en tu muñeca... tiene algún significado?

—Sí, es el símbolo de nuestra manada, todos los tienen en alguna parte del cuerpo.

—¿Me dejas verlo?— pregunté dubitativa.

A modo de respuesta extendió su brazo y pude apreciar el pequeño tatuaje en su muñeca. Pase mis dedos sobre él, y al instante que lo hice sentí como una tensión eléctrica recorrió todo mi cuerpo, y por su cara creo que él la sintió igual. Algo similar me había ocurrido en el bosque con Evan.

Demonios de Luna Llena Where stories live. Discover now