Capítulo XI

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Anabelle

Durante este tiempo logré acercarme un poco a Scott, todo lo diferente con Hade era inalcanzable siempre estaba distante pero sabía que me observaba desde las sombras, he podido apreciar varias veces en su rostro una sonrisa de satisfacción en los momentos en los que yo misma me ridiculizaba en la posta médica.

Por otro lado mi cercanía con Scott ha sido propiciada solo porque soy su rata de laboratorio, como deduje el primer día le excita experimentar con las personas y que sería mejor que descubrir acerca del secreto que mi madre me ha obligado a guardar toda mi vida. Aunque hasta ahora según el sus investigaciones no han dado resultado.

Estaba descansando sobre la inmensa cama de mi habitación, el pasar de los días era mi tormento aún más cuando nisiquiera podía estar cerca de una ventana o salir de la guarida, vivía como prisionera todo se resumía en ir a la posta médica y regresar a la habitación donde me traían la alimentación en los distintos horarios. Ya me estaba frustrando esto era asfixiante. Me levanté y me dirigí a la pequeña ventana, suspire, solo podía ver el bosque oscuro desde ella y escuchar los aullidos de lobos, el aire era puro y frío me hacía sentir que estaba viva aunque por dentro no se sentía así.

-¿Por qué deberías estar encerrada?- preguntó mi conciencia.

Últimamente se había vuelto común hablar conmigo misma.

-Qué se supone que haga ¿escapar?

-¿Eso no es lo que siempre hacemos?

Lo consideré, no parecía mala idea, me detuve frente al espejo llevaba puesto un pijama de seda y mi cabello estaba suelto y despeinado.

Agarre la capa y me la coloque para cubrir mi cuerpo del frío, acto seguido abrí la puerta con cuidado, no había nadie cerca así que me dispuse a caminar hasta la salida, la guarida era grande y desconocida para mí pero recordé cuando Hade me guió de regreso el día que escapé, así que solo tuve que caminar en reversa.

Lo observé todo, habían diversas puertas, sentía curiosidad por saber lo que escondía cada una de ellas la guarida estaba bien cuidada aunque era muy oscura y sombría, algo así como las casa antiguas de las peliculas de terror. Por lo que se gracias a las informaciones útiles aportadas por Scott los tres hermanos viven en el pequeño pueblo. Así que no tenía de que preocuparme, al no ser de un grupo de personas que encontré cerca de la puerta de entrada, todos me miraban y yo me congelé, no sabía que hacer o como actuar pero antes de que notarán algo fuera de lugar en mi comportamiento que me delatara agaché mi cabeza para que la capa ocultara mi rostro y comencé a caminar entre ellos.

Al ver que no paso nada suspiré con alivio pero no detuve la marcha y una vez fuera me adentré en las calles desiertas del pequeño pueblo, esquivando los lugares bien iluminados y evitando cualquier contacto con los transeúntes nocturnos que pudieran sospechar de mi fuga. Seguí caminando hasta que llegué a un pequeño parque iluminado por la intensa luz plateada de la luna, donde finalmente me detuve para tomar un respiro.

Un detalle que llamó mi atención de inmediato era que la guarida se encontraba en áreas remotas y aisladas de la civilización, un bosque espeso. Seguro la elección de la ubicación se debe a la necesidad del licántropo de esconderse y evitar el contacto con los seres humanos.

Sentada en un banco me tomé un momento para reflexionar sobre mi audaz huida. Me dí cuenta de que, si bien había escapado físicamente de mi habitación y mí supuesta casa, también podía liberarme de mis propias limitaciones mentales y emocionales.

¡Oh mi dios! Sentía como la adrenalina corría por todo mi cuerpo, era excitante y emocionante.

Mis pensamientos son interrumpidos por el sonido de ramas crujir a mis espaldas, quedé en alerta sin mover un músculo, había sido descubierta. Me levanté de inmediato y volteé a ver a la persona que se acercaba a mí.

Demonios de Luna Llena Donde viven las historias. Descúbrelo ahora