"‒Haz que cuente. Cada día. Los buenos, pero también los malos. Verdaderamente son estos últimos los que más importan. Los que van a marcar la diferencia. No lo olvides, pues olvidarse de eso puede hacer que pierdas la fe. ‒¿Qué fe? Yo no tengo fe. ‒Lo ves, te has olvidado de los días malos. Menos mal que me tienes aquí para recordártelo. ‒¿Recordarme que hay días malos? ‒Recordarte que todos tenemos días malos, y que se acaban. En nuestra mano está que el siguiente sea de los buenos, y hacer que valga la pena."