Cap. V (L)

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Nezuko mantiene las manos a los lados de sus hombros, y las piernas le tiemblan en la cadera de Senjuro

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Nezuko mantiene las manos a los lados de sus hombros, y las piernas le tiemblan en la cadera de Senjuro. No tenía pensado llegar hasta este punto. No le molesta en lo absoluto, pero está nerviosa y hasta cierto punto asustada. Su mente está en blanco, no puede con ese pensar, es extraño lo que divaga entre sus mantras más profundos. Con esos ojos brillantes y flameantes que la desconcierta la mente, tanto que parece navegar entre el cielo de su alma de una manera abrasadora que llega a su pecho y causa un caos.

Lo mira directamente buscando una respuesta, pero sólo obtiene otra mirada confusa de él. Está observando sus iris fieros, que derraman dolor y lágrimas internas de manera imperceptible. Al joven Rengoku le resulta difícil intentar ocultar sus pesares con ella. De alguna manera sabe que es más pura que cualquier otra persona, alguien inocente y perfecta.

Inalcanzablemente cerca de él.

Temblando Nezuko levanta la mano y la posa sobre la mejilla del chico. Este junta un poco el ceño de manera inquietante, respirando profundamente, aguantando todos esos sentimientos que ha mantenido ocultos por años y que ahora quieren desbordar. La Kamado le dedica una opaca sonrisa con los labios, intentando que él corresponda de alguna manera. Le gusta, lo admira y valora como su tesoro más preciado, por eso necesita que deje de culparse y sufrir por situaciones en las que no podía hacer mucho. No era culpa suya.

-Nezuko...

Senjuro lleva su mano por encima de la de ella, y ladea su rostro con los ojos entrecerrados. Se acerca lentamente y logra juntar sus frentes. Ambos se miran de cerca, con las narices juntas y compartiendo respiración. En la oscuridad los orbes de Senjuro destellan más que cualquier estrella en el cielo, de una forma más hermosa que el mismo sol.

¿Qué haría ella si esos ojos de fuego estuvieran muertos a plena luz del día?

-Senjuro, no quiero perderte...

Con un corazón triste ante la distancia por el amor que anhela. Que lo desea lleno de nostalgia, amargado como una noche sin estrellas, como un pecho sin llama o una nochebuena sin hojas.

-Te he querido por tanto tiempo, Nezuko...

Sin más, Senjuro colapsa sus labios a los de ella. Envolviendo sus bocas flemáticamente y con profundidad. El ritmo cardiaco de Nezuko se siente por encima y es una sensación hermosa, algo que no quisiera detener. Por momentos toman aire y vuelven a juntar sus labios tiernamente. Aunque, debajo de ese agradable sentimiento va floreciendo algo más intenso, más electrizante y adictivo.

Senjuro baja su mano, desplazando por su cadera hasta terminar en su muslo. El tacto para ambos es suave e impecable, tan lindo que Nezuko suspira tras cada roce que recibe. Ambos disfrutan del momento como si nunca más fuera a repetirse. Sus respiraciones son lo único errático en este corto tiempo, dejando sus pechos con poca frecuencia y quejidos leves de la Kamado por retener el aire en sus pulmones. El joven mirando sus ojos acaricia internamente su pierna y sube un poco para despejar su Kimono. La adrenalina en la pelinegra es un gusto culposo, pero no está mal, porque aunque ese hombre no le pusiera un dedo encima, le hacía sentir muchas cosas, y eso es aún más perfecto. Con su presencia, con su voz, con ser él.

Noche Buena [SenjuNezu] ©Where stories live. Discover now