Cap. II

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—Sí

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—Sí. Estoy bien —musita sin dejar de mirarla a los ojos.

—¿Por qué no vas a comer? Debes tener hambre.

—No, gracias. Comeré en casa.

—¿Sabes? No puedes vivir de la soledad... Ven a comer con nosotros, come conmigo —retira su mano y le sonríe tenuemente—. Te esperaré en la mesa.

Esas palabras lo alegran, pero al mismo tiempo lo destruyen. ¿Qué lo hace pensar que una mujer como ella podría fijarse en él alguna vez?

Zenitsu es buena persona, tiene humor, es carismático, bastante peculiar y tiene definitivamente algo que él nunca va a poder ofrecerle: protegerla ante la oscuridad.

Es un hecho que Agatsuma sería ideal para Nezuko.

No existe probabilidad ahora ni en una eternidad de que alguna vez esa mujer mire a Senjuro con otros ojos que no sean amistosos.

Incauto sobre si mismo se siente roto.

—¿De qué me serviste? —le dice a la flor de nochebuena mientras la saca de su ropa—. Alguien más terminó dándole una mejor...

El de orbes dorados rojizos deja la flor sobre la ventana y prosigue a entrar.

—¡Gracias por venir! ¡Esperamos que mañana vengas a festejar noche buena! —Dice Aoi

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—¡Gracias por venir! ¡Esperamos que mañana vengas a festejar noche buena! —Dice Aoi.

—Lo haré —les muestra una sonrisa mientras se inclina para agradecer—. Gracias a todos.

—Te acompañaré a la entrada —menciona Nezuko.

—No es necesario. Aparte hace frío.

—No me cuesta nada —sonríe.

Ambos salen, el sol ya está oculto y la luna se encuentra cubierta por las nubes. Es una vista magnífica.

—Ya es invierno, deberías usar ropa más abrigadora. ¿Seguro que no quieres quedarte? Hay habitaciones de sobra...

Él niega.

—Estaré bien. No te... preocupes.

—¿Por qué no me preocuparía?

La Kamado desvía su vista frunciendo levemente el entrecejo indiferente.

—¿Has pensado en que realmente nos importas? Lamento que pienses que no te queremos, pero eso es lo que tú crees, y no te das cuenta de lo que hacemos por ti. Yo... —suspira—. No importa...

—Lo siento, Nezuko. No pretendía que te enfadaras —dice amargamente—. Pero, para mí sigue siendo difícil. No veo a alguien preocuparse como tú lo dices. Nadie lo ha hecho...

—¿Por qué dices eso? ¿No has visto como nos esforzamos...?

—¿No han visto como estoy sufriendo?

Los ojos de Senjuro se cristalizan fácilmente, se reflejan totalmente afligidos, el recelo de su rostro es insoportable de ver y aunque intente evitarlo no puede.

Este se lleva el reverso de sus manos a sus ojos y limpia un par de veces. No quería que ella lo mirara de tal manera, no es adecuado y le muestra una impresión que jamás podrá borrar.

—Perdóname por todo esto... Me tengo que ir.

Se da media vuelta y comienza a caminar, pero la azabache tira de su yukata, provocando que él mire hacia atrás.

—Senjuro...

¿Quién pronuncia mi nombre?
¿Quién llora?
A decir verdad, no tengo la seguridad para tener la felicidad de alguien y mucho menos la desgracia.

—Por favor... no llores más. No me gusta verte así... ¡¿Qué hago por ti?! ¡¿Qué necesitas?! ¡¿Cómo puedo ayudarte?!

Me he subido a la tribuna de mi corazón, y se ha roto el martes.

Mi mirada arde y veo las estrellas como esferas, esperando bien a amar, para no apagar nunca más la leña de mi corazón que arde como el día en invierno.

Invierno que nos ata, a ti y a mí.

Sobre este manto que llamamos nieve y vidrios rotos de amor desconsolado y ofuscado.

Porque te necesito a ti, Nezuko.









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Noche Buena [SenjuNezu] ©Место, где живут истории. Откройте их для себя