16. De Vuelta a LA.

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Miranda

Verga pana, yo nunca había visto una suerte tan pajua como la mía.

Mejor les explico, pa que capten.

¿Recuerdan que nosotras — Hell y yo. — habíamos comprado los pasajes tanto de ida como de vuelta para el viaje, no?

Bueno, así mismo deben recordar que nos fuimos con Chris en su jet solamente porque llegó de entrepito, y pues ajá, pasó lo que pasó.

Gastamos plata gratuitamente, nps.
Equis, ya que coño.

Ahora para irnos de vuelta a LA si nos tocaba en vuelo normalito.

Y YA LLEGAMOS, ASÍ QUE ESTOY HAPPY PORQUE TENGO HAMBRE DE COMIDA DE VERDAD.

— ¿Miri? — Llama mi atención Wolfgang tocando mi hombro. — ¿Quieres que te acompañe a tu casa? Hela, Ignacio y Jade se fueron apenas recogieron sus maletas, nosotros fuimos los que quedaron aquí como tontos esperando nuestro equipaje.

Ah sí, porque a esto iba con lo de mi suerte inexistente.

A nosotros nos negrearon bien bello pues.

Nuestros peroles fueron casi los últimos en llegar en la cinta esa que da vueltas, y no culpo a los muchachos por irse, todos estamos mamados.

Fue un trip genial, pero verga, nos dimos duro.

Aparte, yo sigo con la regla y estoy que me guindo de una mata de mango.

Pero aquí no hay, que estrés.

ME DUELE LA VIDA OK, Y CON HAMBRE TODO ES PEOR

— No vale, no te preocupes. — Hice un ademán con mi mano. — Mi primo ya me viene a buscar, más bien... ¿No quieres te dé la cola a tu casa? — Inquirí.

Es que man, el pobre ser este me lleva siempre, aparte me ha soportado desde ayer con mi fastidio de "tengo hambre" y "me quiero mochar el vientre", se lo merece.

— No me gustaría molestar. — Habló pasando la mano por detrás de su cuello.

Amo no tener que explicarle ciertas expresiones porque Hela Andreina ya lo hizo, que buen servicio.

— ¿Cuál molestar chico? Nada que ver, te vas conmigo, ya hablé. — Respondí.

Él nunca será una molestia, qué es.

Le avise a Jaime que llevaríamos al lobito a su casa y me respondió que okis, que llegaba en diez minutos.

Efectivamente, así fue.

— Hola bebé. — Saludé a Jaime y seguidamente le dí un beso en su mejilla.

— Qlq Cristina. — Me espelucó mi melena cariñosamente. — ¿Todo fino?

— Todo fino, aquí queriéndome medio matar.

— ¿Y eso chica? — Quiso saber.

— Andrés.

— Ah coño.

— Hey, ¿James, cierto? — Dijo Wolfgang luego de guardar las cosas en la maletera y subirse a la parte de atrás de la camioneta.

— No bro, Jaime Acosta, un placer conocerte. — Musitó entre risas el mayor de los Acosta. — ¿Por qué todos los gringos me dicen así? Hoy me dijeron dos veces James. — Preguntó curioso.

— Creo que es porque son un poco similares, disculpa. — Dijo algo gracioso el de cabello oscuro.

— No importa vale, que tanto. — Se encogió de hombros mi primo.

Naguará, Wolfgang.↬Wolfgang Novogratz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora