Capítulo II

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La comodidad se percibía en ambos hombres. No habían pláticas, sólo el silencio de sus voces, y siendo acompañados por el sonido de la música junto con la cocción de los alimentos que provenían de la cocina. Jotaro estaba leyendo el periódico que había agarrado en uno de los estantes de entretenimiento, y a pesar de que el televisor estaba en el restaurante, no  tenía la necesidad y las suficientes ganas de ver canales que harían que su ansiedad y tensión aumentaran; ya tenía tantas noticias negativas como para que otras le jodieran más su día.

Por otro lado, Tonio rompió dos de sus ideales más importantes de su trabajo y como cocinero profesional: 

No combinar el amor con su trabajo.

No tomar la lectura de manos y ceder a los antojos del cliente.

Pudo ver la decepción en el rostro de Jotaro, era claro que su invitado especial quería sentir la experiencia de la que todos hablaban, y de las curaciones que podía lograr con sus alimentos. Pero el chef no se dignó, no por ahora. Se sentía incapaz de tocar las delicadas y gruesas manos del biólogo, pensaba que estaba cometiendo un delito con solo mirarlo o pronunciar su nombre.

Respiró hondo, era el momento de salir de su cuadro seguro y afrontar las emociones de su corazón.

La entrada principal fue enviada a la vista del pelinegro quien al ver el plato llegar, dejó el periódico y se acomodaba en su asiento. Trussardi se acercaba nervioso, su corazón retumbaba con fuerza como si este quisiera escapar de su pecho, y la respiración se volvió traicionera cada que se aproximaba a la mesa.

--S-sr. Kujo, aquí tiene su comida.

--Gracias. --ansioso, se dispuso a probar los alimentos y su impresión se reflejó al abrir los ojos y dejar salir un gemido positivo. El sabor era espectacular, sus papilas gustativas se encontraban alegres.

El cocinero sonrió, haciendo que sus nervios lograran calmarse, y con ánimos volvió a la cocina para preparar las dos últimas comidas, que luego fueron entregadas al biólogo. El cliente pidió amablemente que él se sentara para que no estuviera rondando en círculos en el local. Tonio estaba más que complacido por ver esa felicidad, no podía evitar de mirarlo y su compañero ni siquiera se daba cuenta que el otro también estaba disfrutando de un banquete muy dulce, que iban incluidos los besos y los abrazos imaginarios.

Las comidas fueron terminadas y una charla por fin pudo salir de la boca del castaño.

--¿Por qué decidió venir a mi restaurante? De tantos que hay aquí en Morioh, vino a comer las comidas de un italiano.

--Bueno...quería ver a un compañero, a alguien de mi edad...ya sabes. He estado rodeado de Josuke y los demás chicos, del anciano...y mi pequeña tía. --una feliz mueca apareció, al recordar  a la nueva bebé de la familia Joestar. --La cosa es, que quiero pasar tiempo con alguien más o menos de mi edad. Platicar, relajarme y sentirme cómodo.

--Ya veo. Quieres estar lejos de las actitudes y pensamientos infantiles y viejas, ¿no es así?

--Sí, por eso mismo hice que los muchachos no vinieran. Les di el dinero suficiente para que se fueran a divertir, y al viejo le dije que por hoy no estaba disponible... --miró  al cocinero. --La verdad Tonio, no los quería cerca, por solo este día. --los dos adultos sonrieron al mismo tiempo y el castaño se jactó de mirarlo directamente. En todo el tiempo que lo ha visto por puras casualidades, nunca lo había percibido tan sonriente como lo está haciendo ahora. --¿Te puedo preguntar algo?

--Adelante. Todo lo que pida el cliente le será dado y respondido.

El otro asintió para tomar un suspiro: --El motivo de mi visita, eran por tres cosas. Pasar el tiempo con alguien, probar tus comidas, y la lectura de manos. --al escuchar las últimas palabras, ya se había dado cuenta por donde iba la conversación. --¿Por qué no me hiciste la lectura? Muchos han hablado de lo que haces y los chicos me han comentado sobre la capacidad de tu stand...estuve ansioso que lo hicieras. --Trussardi gimió con disgusto. ¿Cómo le explicaría al hombre que tiene en frente, que el motivo que no le hizo la lectura, fue porque se sentía como un idiota no digno de tocarlo? Él sabía de lo que era capaz y podía perder el control y su cordura, no quería cometer algo que sobrepasara los límites y luego se arrepintiera. Dudó si era correcto contestar la pregunta o mejor evadirla, o ignorarla. -Tonio...

Delicioso pastelillo (Tonio Trussardi x Jotaro Kujo)Where stories live. Discover now