Capítulo 4

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Después de insistir y finalmente ordenarle a Nain en ayudarle con su trabajo, estaba algo exhausto por el esfuerzo físico que hacía

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Después de insistir y finalmente ordenarle a Nain en ayudarle con su trabajo, estaba algo exhausto por el esfuerzo físico que hacía.

Si eres un debilucho, ¿porque te ofreces en ayudarla?

Quería sacarle una sonrisa.

Risa, es lo que le va a dar cuando te caigas de nuevo.

Ahogué mis inseguridades con respecto a mi labor como trabajador e intenté dar lo mejor de mí.

La que si era una experta en el área era Nain, ella era muy rápida y cargaba las cestas llenas de la vid, como si de hojas se tratasen. Era increíble, pero ella no lo sabía o nunca se lo dijeron.

—Necesitas ser más rápido—me apresuró.

Yo estaba agotado al máximo, mientras que ella se veía firme en lo que hacía.

—De acuerdo.

—Cuantas más cestas llené, más dinero hay de por medio—me explicó.

Entendía el método de trabajo que tenía mi padre. Se le daba lo justo a las personas trabajadoras. Cuanto más trabajabas más dinero ganabas, no sé trataba de tener un salario igual para todos, porque sucedía que habían personas que trabajaban más que otras y ganaban el mismo salario. Todos estábamos de acuerdo que eso no era justo.

—Haré lo mejor que pueda.

Me apresure en cargar las cestas y acomodarlas en fila. En cambio Nain no dejó ningún segundo de trabajar al mismo ritmo con el que había iniciado.

Era una experta, mientras que yo a su lado era un inexperto en todos los ámbitos posibles cuando se trataba de trabajo físico.

Nain estaba trabajando sin parar y quería que por lo menos se tomará un descanso para respirar, pero ella no se detenía.

—¿Puedo ayudarte con eso si quieres?—se lo propuse.

—Estoy bien, pero gracias.

Podía escuchar su respiración algo agitada. Siempre es bueno tomarse un descanso para luego volver a retomarlo con más ganas, pero Nain era terca.

—Solo déjame ayudarte unos minutos.

Sujete la mano que sostenía la tijera para cortar las ramas de los racimos. Fue una acción osada, pero por supuesto que no me arrepentí en hacerlo. Nain se quedó inmóvil ante mi tacto y dejó que sostuviera las tijeras especiales.

Me miró sorprendida, como si tocarla fuera algo anormal. No presté mucha atención a eso y me centré en dar lo mejor de mí.

Cortar la rama de cada racimo no era tan complicado, lo difícil se ponía cuando tenías que hacerlo rápido una y otra vez. Estaba súper concentrado en mi oficio, cuando Nain habló y me descontrole de los nervios.

Un dolor en mi corazónWhere stories live. Discover now