Capítulo 09

198 31 1
                                    

Donghyuck pestañeó un par de veces con la intención de alejar el sueño.

No había dormido en los últimos días, y cualquiera podía decirlo por su aspecto físico.

Se sentía agotado y triste, pero había algo que no podía evitar hacer sin importar su estado de ánimo, y era cuidar a los demás.

Miró a Sungchan, quien tenía los ojos hinchados por las lágrimas que se permitía derramar ocasionalmente y la nariz irritada.

Sollozaba por lo bajo y sorbía su nariz.

- Bebé – llamó, acercándose a él.

El menor no lo miró, sus ojos aún se posaban en sus manos.

- ¿Quieres que te prepare algo rico? Te hará sentir mejor –

Silencio.

- Volveré en un momento – aseguró, caminando hacia la parte trasera del mostrador.

Caminó por el pasillo hasta llegar al almacén de secos, comenzando a seleccionar los mejores ingredientes para preparar unos deliciosos panqués de chocolate.

- ¿Puedes preparar un poco para mí? – dijeron detrás de él.

Se giró asustado hacia la voz y lo miró perplejo.

- Niño... -

- Jeno – jadeó, antes de arrojar los objetos de sus manos y abalanzarse sobre él.

Lo abrazó con fuerza, sollozando contra su voluntad y diciéndole palabras sin sentido.

- Lo siento –

- Dijiste que vendrías –

- No pude hacerlo – respondió el dios, correspondiendo el abrazo – no llores –

- Te extrañé mucho –

- Ya sé – rió – por favor, no es para tanto –

- ¿Cómo puedes decir eso? – se separó para mirarlo - ¿tú no me extrañaste a mí? –

El mayor lo miró dudoso, notando lo demacrado de su apariencia y apretó los labios.

Sería ideal que respondiera un simple "sí".

En su lugar, apretó su cintura para atraerlo más a sí mismo y besó sus labios profundamente.

Quiso convencerse de que lo hacía por el puro compromiso de hacerlo, y no que sus profundos anhelos de sentir el calor ajeno lo habían arrastrado a ceder.

Se separó para apresar sus mejillas entre sus manos y lo besó nuevamente, esta vez, más gentil y suave.

El suspiro de Donghyuck lo despertó de su ensoñación, haciéndole retroceder para mirarlo a los ojos.

- Los panqués – susurró, mezclando su aliento.

- Te amo, Jeno –

El azabache sonrió y se hincó para ayudarlo a levantar los ingredientes del suelo.

- Vamos – dijo ofreciéndole su mano para llevarlo de vuelta a las parrillas.

Cuando llegaron, encontraron la más extraña escena en que habían visto participar a sus respectivos amigos.

Sungchan lloraba desconsolado mientras abrazaba a Jaemin por la cintura, quien sostenía su rostro mirándolo con ternura.

- Vamos, bebé. No pudo ser tan malo –

- Te extrañé todos los días –

- Yo también te extrañé – sinceró.

- ¿Por qué no me llamaste? –

The monthWhere stories live. Discover now