Ariel Reed es una de las actrices más famosas del mundillo y tiene la vida que jamás pudo imaginar: amigos que la quieren con locura, una familia que la apoya incondicionalmente, el trabajo de sus sueños y un novio que la ama más que a nada en el mu...
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—Mi móvil. Llama a Ethan.
No voy a fingir que no me duele sentirme inútil y que prefiera que le ayude otra persona que ni siquiera está presente, pero también soy consciente de que, en parte, yo soy el culpable de esto y de que Ethan ha debido de lidiar con sus crisis de ansiedad más de una vez.
Me muevo por la habitación en busca de su móvil y lo encuentro sobre la manta que trajo al rodaje. Miro a ver si lo tiene guardado como contacto de emergencia y, exhalo, aliviado, al ver que es así.
—¿Ariel?
—Hola, Ethan, soy Noah —me presento rápido, pero voy al grano de inmediato—. Mira, a Ariel le está dando un ataque de ansiedad ahora mismo, ¿puedes ayudarla si te pongo en altavoz?
—Sí, por supuesto —acepta con urgencia.
Así que, pongo el móvil sobre la cama, al lado de Ariel, y le aviso a Ethan de que puede hablar. Ver así a Ariel me tiene angustiado y me siento impotente por no poder hacer nada.
—Hola, Ariel —se escucha la voz de su ex por el altavoz.
—No tengo el reloj, Ethan.
—Vale, no te preocupes, yo sigo teniendo el audio.
Entonces, comienza a reproducir una grabación del segundero de un reloj. Ariel tiene apretada su camiseta en dos puños con tanta fuerza que sus dedos se han vuelto blancos. Su cuerpo entero tiembla y su pecho se sacude arrítmicamente. Tiene los ojos cerrados y seguramente se sienta mareada porque no está cogiendo el aire como debe. Sin embargo, a medida que ese audio se reproduce, el agarre de su camiseta se aligera y sus clavículas se marcan cada vez menos cuando coge bocanadas de aire.
No sabía que el sonido de las agujas del reloj fuese lo que la ayuda a calmarse. La otra vez simplemente pegué su oreja contra mi pecho para que siguiera el ritmo de mi respiración, como he tenido que hacer alguna vez con Harry. Pero esta vez parece una crisis más seria, y eso me preocupa y me hace sentir culpable a partes iguales.
Ethan habla de vez en cuando, pero sin dejar de reproducir la grabación del reloj. Me siento un poco fuera de lugar y como si les debiera algo de privacidad, así que me dedico a revisar las cámaras que han dejado aquí para cerciorarme de que están apagadas y no han grabado a Ariel así. Por si acaso, tapo también los objetivos y los micros. Aunque, por suerte, creo que nada estaba activo durante este tiempo.
—¿Noah? —escucho que llama Ethan desde el móvil de Ariel.
Voy hasta la cama y observo que Ariel ya tiene la respiración acompasada, pero todavía no ha soltado la camiseta y sigue temblando ligeramente hecha un ovillo. Si no recuerdo mal, ese ligero temblor era la somatización, o así lo había llamado ella la vez que tuvimos ese encuentro con los fans en Quebec.
—Hola, sí, dime —respondo, quitando el altavoz.
—Ya está controlado, pero debería descansar un poco y beber agua. Y, bueno, no sé, dile que hable con Jordan, ¿sí? Me preocupa que no haya sabido controlarlo ella sola.
