Emily Brown creía que tenía todo bajo control en su vida, hasta que llegó el momento de irse a la universidad.
Era una buena estudiante, buena hija, buena hermana y buena amiga, cumplía cada meta que se proponía y era feliz con su novio Nathan, inc...
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Noah.
Escuché la alarma de mi móvil y me removí en la cama en busca del sonido tan ensordecedor a tan temprana hora. Intenté abrir uno de mis ojos y una tenue luz proveniente de una ventana me encegueció, produciendo que uno de mis brazos fuera de inmediato a ocultar mis ojos de la luz.
Apaga tu alarma, por favor. -Musitó Emily con una somnolienta voz y sentí como su cuerpo se acercaba al mío, buscando el abrigo de mis brazos una vez más. - es muy temprano.
Al escuchar su voz recordé la razón de mi alarma, era momento de nuestra carrera matutina y luego teníamos clases nuevamente, por lo que una pequeña sonrisa se apoderó de mis labios y apagué la alarma de inmediato, acostándome sobre mi costado para envolver a mi chica con mis brazos y esconder mi rostro en la curva de su cuello.
Despierta, dormilona. -Susurré con mi voz ronca por el repentino despertar y deposité un suave beso en su mandíbula. - es hora de despertar, tenemos que lograr unos cinco kilómetros.
No, por favor. -Se lamentó ella, entrelazando sus dedos con los míos para llevar nuestras manos unidas bajo su mejilla, sirviéndole como una almohada. - podemos comenzar mañana, necesito un poco de preparación extra.
Reí roncamente y solté su mano para deslizarla por su rostro, lo volteé suavemente y capturé sus labios en un dulce beso de buenos días, sintiendo como sus labios eran recelosos sobre los míos, por lo que apliqué un poco de fuerza en su mandíbula e introduje mi lengua en su boca, deseoso de probarla nuevamente.
Está Jacob a unos metros. -Susurró Emily mientras su cuerpo giraba en mi dirección, aún entre mis brazos y sonrió contra mis labios, intentando alejarse. -
Sin embargo, no lo permití, en su lugar subí sobre su cuerpo y capturé sus manos con las mías, guiándolas sobre su cabeza para que no existiera ninguna posibilidad de escape. Sentí como sus piernas se abrían para mí y sonreí en medio del beso, acomodándome en aquel lugar en donde tanto me gustaba estar.
Dios, te extrañé tanto. -Murmuré contra sus labios, bajando mis besos por su rostro hasta encontrarme en su cuello, en el cual comencé a depositar cálidos y mojados besos. -
También yo. -Respondió ella en un suspiro ahogado, apretando con fuerza mis manos y removiendo sus piernas hasta que éstas se entrelazaron en mis caderas. - no te imaginas cuanto deseé que estuvieras junto a mí en Nueva York. -Confesó mi chica y levanté mi rostro para observar el suyo, notando como sus ojos se encontraban cerrados y una hermosa sonrisa adornaba su rostro. -
Podemos hacerlo. -Dije con seguridad, recostando mi cuerpo ligeramente sobre el suyo para sentir como nos rosábamos en los lugares correctos. - podemos viajar este viernes, cuando termines tu última clase. -Murmuré, soltando una de sus manos para deslizar la mía por su costado, hasta apoderarme de su pierna derecha. - quiero conocer a tus padres y presentarme correctamente.
