Capítulo 2

66 12 9
                                    

—¡Togata-senpai!— una energética voz se hizo presente, haciendo eco en las paredes de la gran fábrica— ¡Ya volvimos!

Levantaste la cabeza de entre tus brazos, mirando a los muchachos que se acercaban a ti y al rubio, para luego, con desconfianza, abrazar tus piernas sin despegar la mirada de ellos.

—¡Hola!— exclamó un risueño Mirio, saludándolos con la mano en alto— Supongo que debería presentarlos. Él es Tamaki Amajiki— señaló al pelinegro que traía en sus manos un botiquín, quien agachó la cabeza con timidez— Y-

—¡Yo soy Eijiro Kirishima, gusto en conocerte!— interrumpió el pelirrojo, extendiendo su mano frente a ti. Lo miraste unos momentos, analizándolo, y luego aceptaste su mano, aún con algo de inseguridad— ¿Cuál es tu nombre?

—..._____ Tsukimashi.

—Uh, Mirio— llamó Amajiki— Debería tratar tus heridas.

—Oh, yo estoy bien. ¡Cúrala a ella primero!— el pelinegro te miró, notando la sangre de tu hombro, una expresión extraña se hizo presente en su rostro antes de acercarse a ti.

—M-me- ¿puedo?— el tímido chico agachó la cabeza, escondiendo sus mejillas sonrojadas mientras levantaba el botiquín para cubrirse la cara.

Miraste a Togata un momento, y él levantó los pulgares, dándote a entender que estaba bien, que podías confiar.
Hiciste un ruido de asentimiento, dándole la espalda a los chicos y quitándote la chaqueta de tu uniforme, revelando la tela blanca de la camisa teñida del color carmín de la sangre. Tamaki se agachó temblorosamente a tus espaldas, mientras el rubio y el pelirrojo se iban para darte más privacidad.

Desprendiste los primeros botones de la camisa, solo los suficientes como para dejar al aire tu hombro herido, cubriéndote con las manos.

—Es una herida grande... pero parece que la bala no se quedó atascada. Sólo hizo un corte— murmuró el chico, dejando la caja blanca en el piso, para tomar de ella lo que necesitaba.

Sacó un antibacterial para desinfectarte, lavando primero la sangre con un poco de agua. Aplicó luego la otra sustancia, trayéndote un terrible ardor en toda la zona lastimada. Cerraste los ojos, aguantando las molestias.

—L-Lo siento...— se disculpó el chico al ver tu reacción.

Sacó un paño limpio y lo colocó con cuidado sobre tu herida.

—¿Podrías sostener esto aquí, por favor?— pidió.

Hiciste caso, presionando el paño contra tu herida para detener el sangrado, mientras te aguantabas las ganas de chillar.

—Si el sangrado no para en cinco minutos, quizás deba suturar...— con dificultad por el nudo formándose en tu garganta, pasaste saliva; si había algo que odiabas más que nada en el mundo, eran las agujas— ¡A-Ah, no que-quería alarmarte! Perdón...

Apretaste los labios, ejerciendo más presión sobre tu hombro: —No es nada...

5 minutos transcurrieron y retiraste el paño de tu hombro cuando Amajiki te lo indicó. No querías mirar, girando la cabeza hacia el lado opuesto.
Esperaste unos segundos, rezando por no sentir un repentino pinchazo en el hombro. En su lugar, una venda empezó a rodear tu brazo, cubriendo la herida.
Parpadeaste incrédula antes de voltear a ver al pelinegro, quien acomodó tu camisa para cubrirte, con las mejillas completamente ruborizadas.

—Y-Ya terminé— informó, pegando la cabeza a la pared más cercana.

—¿No hay que aplicar puntos?— el contrario negó varias veces con la cabeza, sin mirar a otro lado que no fuese la pared. Suspiraste tranquila, poniéndote de pie y abotonando de nuevo tu camisa— Qué alivio.

—¿Tamaki? ¿Ya terminaste?— se escuchó el eco de la voz del rubio desde alguna parte de la vieja fábrica.

—¡Ah- si!— contestó, dándose la vuelta para ver a su compañero pelirrojo asomarse por una esquina.

—Togata-senpai me dijo que pasara primero— le comentó al de orejas puntiagudas para después dirigirse a ti— Está doblando por ahí, dijo que te haría compañía mientras espera. No estoy muy lastimado así que no tardará.

—Okey— recogiste tu chaqueta del suelo y miraste al ojinegro— Muchas gracias— le dedicaste una reverencia y luego te fuiste para dejar que tratara a Eijiro.

Llegaste junto a Mirio, quien se encontraba en el suelo, recostado contra la pared, mirando el techo. Te sentaste a su lado, ni tan cerca ni tan lejos.

—Hola.

—¡Oh, hola _____-san!

—Si... hola...

—¿Sucede algo? ¿Es que aún te duele la herida? ¡Puedo hacerte un masaje su quieres!

—Quería preguntar algo, en realidad— abrazaste tus rodillas, teniendo cuidado de no ser muy brusca con tu hombro— Dijiste que... me consideraban un peligro por negarme a firmar el contrato en el ensayo, ¿por qué crees que sea?

—No estoy seguro, aún me falta saber del tema— hubo unos pequeños instantes de silencio antes de que Mirio volviese a hablar— ¿Te molesta si yo te hago una pregunta?

—Adelante.

—¿Qué son esos contratos exactamente?

—Una estupidez, eso es lo que son— dejaste escapar un bufido molesto, apretando un poco más tus piernas con los brazos— El día de su graduación, todas las personas que poseen quirks están obligados a firmar un contrato que dicta todo lo que harán el resto de sus vidas; desde la vida económica hasta la vida romántica. Los mukoseis, por otro lado, no tienen que hacer nada y son libres de vivir como se les de la gana. Surgieron hace como 20 años, cuando el actual gobernador ayudó a combatir el hambre y la pobreza o algo así, no presté atención en esas clases de historia. Nunca entendí por qué era necesario tenernos a todos controlados y reprimidos. Creí que negándome a firmar estaba defendiendo mis derechos y que simplemente me verían como una alumna rebelde más, pero no pensé que terminaría metida en este problema...

—Ya veo... Controlar una vida entera...

—Si...

—Suena a algo que vinimos a investigar.

Pensando en las palabras del rubio, alzaste la cabeza de entre tus rodillas para mirarle, con expresión preocupada y confusa: —Dijiste que había un villano que manipulaba la vida misma... ¿verdad?

—Exacto. Creo que tu horrendo dictador y nuestro villano manipulador son la misma persona. Y si es así, tener a una ciudadana conocedora del tema nos viene viento en popa— poniéndose de pie, Togata volteó en tu dirección, extendiéndote la mano.

Tomaste su mano con decisión, apretándola con fuerza mientras te levantabas del suelo.

—No tengo opción más que ir con ustedes, ¿no? Ahora que soy una criminal en fuga.

—No quería hacerte pasar por más peligros, pero me temo que no— sonrió de lado, dándote confianza.

—Entonces iré con ustedes,

héroes.

𝓓𝓮𝓼𝓽𝓲𝓷𝔂'𝓼 𝓢𝓲𝓰𝓷𝓪𝓽𝓾𝓻𝓮✍︎ BnH x LectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora