Capítulo 6

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Salieron cautelosamente de la vieja fábrica, contigo al frente, intentando cubrir tu cara lo más posible con tu cabello y tus manos.
Miraste a ambos lados, como si fueras a cruzar la calle y estuvieses asegurándote de que no venía ningún vehículo, y con algo de inseguridad empezaste a caminar.
Buscabas con tus ojos **** alguna tienda o calle con la que pudieras orientarte, siendo incapaz de hacerlo. Atrás tuyo, cinco chicos se apretujeaban entre ellos, tratando de no llamar la atención y de esconder a los tres payasos que eran buscados por la injusta ley de los suburbios. El último de los seis, el rubio cenizo, se encontraba a tu lado, vigilando los alrededores con sus filosos orbes carmín.

Encontraste entonces un cartel con el nombre de la calle en la que estaban, y agradeciste al de arriba al identificar gracias a ello en dónde se ubicaban.
Diste un giro a la derecha en la esquina, abriendo enormemente los párpados y retrocediendo en seguida, pegando la espalda a la pared.

—¿Qué sucede, _____-san?— cuestionó el peliverde, acercándose a ti.

—Hay feriaaaaaaaa— susurraste con un hilo de voz, y el sonido de ésta subiendo y bajando entre los tonos agudos.

—¿Eh?— asomándose por la esquina, Midoriya observó a los cientos de personas que se acumulaban en aquella calle, yendo de un lado a otro con bolsas y billetes.

—Hoy no es día de feriaaaaaaaa— volviste a susurrar, cada vez más alterada. Y para ponerle cereza al pastel, pasó entre la gente un oficial en moto, con un megáfono.

—Muchacha peli****, de ojos ****, joven y alrededor del metro y ***. Iba de uniforme colegial, acompañada por tres forasteros; uno rubio, uno pelinegro y otro pelirrojo. La chica responde al nombre Tsukimashi _____— se escuchó al hombre amplificado por el aparato— En caso de avistamiento avisar inmediatamente a la policía.

—Ponen mucho énfasis en _____-chan— dijo el teñido.

—Debe ser porque es de quien más información tienen— respondió Tenya acomodándose las gafas— No parecen estar muy al tanto de Kirishima, Togata-senpai y Amajiki-senpai.

—Aún así, no podemos pasar por aquí con _____-san— mencionó Tamaki.

Iida se quitó la chaqueta, acercándose luego a ti: —¿Me permite?
Asentiste con la cabeza, dejando que el peliazul te colocara su chamarra, poniéndote la capucha y subiendo el cierre. Se detuvo a observar lo enorme que te quedaba su ropa, y lo adorable que se le hacía ese hecho, causando que un sonrojo leve apareciera en sus mejillas.
Tosió un poco cubriéndose la boca con el puño, desviando la vista lejos de tus ojos.
La prenda olía a una extraña mezcla de colonia y gasolina, y era cálida, y cómoda. Si te pidieran quitártela, honestamente, te costaría acceder.

—Le queda un poco grande, ¿no crees?— dijo Mirio mirándote con ternura, al igual que los otros chicos, a excepción de Katsuki, cuyo semblante no había cambiado.

—Como sea— interrumpió éste último— Ahora no deberíamos tener problemas, andando extras.

Empujándote de nuevo con la mano en la espalda, el rubio te indicó que siguieras caminando. Las personas inundaban la calle, pechándose o esquivándose entre ellos y haciendo lo mismo con ustedes, de modo que eventualmente, se perdieron de vista.

Tomaste los lados de la capucha, cubriéndote la cara y poniéndote de puntillas, intentando hallar a los muchachos que hasta un momento estaban detrás tuyo. Estabas tan concentrada en eso que no te diste cuenta cuando alguien chocó contigo, haciéndote caer al suelo y desapareciendo entre el mar de personas sin voltear ni a decir perdón. Lo único que alcanzaste a ver de aquel sujeto fue una larga chaqueta oscura y cabello negro.

—Disculpa, ¿se encuentra bien?— preguntó una mujer extendiéndote la mano. Respondiste afirmativamente, agradeciendo antes de ponerte de pie con su ayuda— Las personas de hoy en día no saben lo que son los modales— llevó la mano a su bolso, buscando algo en el mismo— ¿Cómo te llamas, querida?

—Uh... um... ¿María Josefa González de la Trinidad?

—Qué lindo nombre— miraste disimuladamente lo que hacía con su mano, y con un casi inaudible sonido de dial, te diste cuenta que estaba marcando un número.

Echaste a correr, abriéndote paso a la fuerza entre todo el tumulto.

—¡EY, VUELVE AQUÍ! ¡ELLA ES A LA QUE BUSCA LA POLICÍA! ¡ALGUIEN ATRÁPELA!

A tu alrededor, todos se giraron a verte, apresándote entre sus cuepos y sus miradas. Sintiéndote claustrofóbica, cargaste contra la persona frente a ti con todas tus fuerzas, tirándola al piso. Forcejeaste para avanzar, siendo tomada por los dos brazos, haciéndote difícil el poder moverte.
Empezabas a preocuparte a medida que se te era imposibilitado escapar y el aire se te hacía pesado, y justo cuando sentías que ibas a rendirte, dos brazos te tomaron por la cintura, arrancándote de aquella prisión humana.
El viento entonces te golpeó con fuerza y tu cuerpo se alejó del piso. Viste como aquella multitud se volvía pequeñas hormigas, aferrándote a quien te tenía sostenida como princesa, y lo miraste con sorpresa a aquellos ojos gentiles que estaban clavados en el horizonte.

—¡Midoriya...!

Saltando de edificio en edificio, Izuku te dedicó una mirada tranquilizante, junto a una dulce sonrisa, y te acercó a su pecho. El sonido de sus latidos eran tenues a tus oídos, pero podías escuchar como el corazón le golpeaba el pecho, quizás hasta con más intensidad que a ti.

Un disparo le rozó el brazo al peliverde, haciéndole soltar un quejido. Miraste por sobre su hombro hacia atrás, identificando la pequeña figura de un policía armado que dejaba de ser visible a medida que iban ganando distancia.

—¿Estás bien, _____-san?

—¿Yo? Yoestoydeputamadrecómoestástúquetedispararonteduele?— hablaste rápidamente de un solo respiro.

Deku río suavemente, como si le causara gracia el poder haberte entendido sin problemas.

—Estoy bien, gracias.

—¡M-Midoriya-san, por aquí!— la voz de Tamaki hizo al ojiverde bajar la mirada al piso, donde el ya mencionado y Bakugou corrían tratando de seguirle el paso.

Se acercó a ellos con duda, puesto que el enemigo seguramente lo tenía en la mira, depositándote en el suelo solo para que en ese mismo instante Kastuki te quitara la chamarra de Iida y se la pasara a su senpai.

—Soy una dama...— dijo, subiendo el cierre— Una dama que quiere ir a casa...

Entendiendo el plan en cuestión de segundos, Izuku cargó a Amajiki en brazos y volvió a saltar por los edificios, dejándote sola con el rubio.

—Eso debería distraerlos... ¿Y bien? ¿Estás esperando una maldita invitación o algo? ¡Hay que largarnos ya!

Y con un movimiento brusco, te jaló de la muñeca y se escabulló por las calles de los suburbios.

𝓓𝓮𝓼𝓽𝓲𝓷𝔂'𝓼 𝓢𝓲𝓰𝓷𝓪𝓽𝓾𝓻𝓮✍︎ BnH x LectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora