♙𝟙♟

4.1K 358 151
                                    

●●●●●●●●●●●●●●●●●●●●●●●●●●●●●●

Vᴏʟᴠᴇʀᴇᴍᴏs ᴀ ᴇsᴛᴀʀ ᴊᴜɴᴛᴀs﹐ Bᴇᴛʜ

●●●●●●●●●●●●●●●●●●●●●●●●●●●●●●

𝟷𝟿𝟻𝟽 (𝟿 𝑎𝑛̃𝑜𝑠)

Era un milagro que las dos hermanas Harmon hubiesen sobrevivido a aquel fatídico accidente que provocó la muerte de su madre. Ambas salieron del coche sin un solo rasguño, como si una fuerza divina las hubiese estado protegiendo.

Cualquiera diría que aquellas dos niñas tenían la mayor suerte del mundo. Pero eso no era así, después de la pérdida de su madre, solo se tenían la una a la otra. Las iban a mandar a un orfanato y a eso no se le puede considerar suerte.

Beth y Rose siempre habían sido idénticas, su madre siempre las vestía igual y, en ocasiones, llegaban a confundirlas con gemelas. Pero había un único detalle que las diferenciaba, un pequeño detalle que marcaría la diferencia entre el destino de ambas.

Mientras que Beth había heredado el pelo anaranjado de su madre, Rose había heredado el pelo castaño oscuro de su padre, si es que podían considerar a ese hombre con ese nombre.

Beth y Rose entraron por la puerta de ese sombrío orfanato. La pequeña Rose, por instinto, agarró con fuerza la mano de su hermana, pues solo con ver el color de las paredes, ese edificio ya le producía escalofríos.

Mientras la que parecía ser la directora de ese lugar les presentaba a los demás trabajadores, una de las huérfanas comenzó a gritar.

   —¡Sois todas un puñado de chupapollas!

   —Jolene... —dijo la mujer.

Aquello no pasó desapercibido para ninguna de las dos hermanas, pero ambas estaban lo suficientemente abrumadas por la situación como para no producir ninguna reacción.

Helen Deardorff, ese era el nombre de la mujer que les hizo cortarse el pelo y desprenderse de la ropa que su misma madre había bordado para que se pusieran el uniforme.

Rose vaciló a la hora de ponérselo, pues, desde el momento en el que se lo pusiera, oficialmente daría por comenzada su estancia en el infierno.

La primera parada fue recibir las medicinas.

«¿Medicinas para qué? No estoy enferma» pensó Rose.

   —Las verdes son las mejores —informó la chica que se encontraba justo delante de ellas en la cola.

   —¿Qué son? —preguntó Beth con un hilo de voz.

   —Vitaminas —respondió la chica sonriendo. Aquello no le transmitió demasiada confianza a Rose, que comenzó a jugar con sus dedos por nerviosismo.

   —Vitaminas mágicas —añadió otra chica de la cola.

   —Yo de vosotras, me guardaría las verdes para la noche —advirtió la primera— Si no, se apagan cuando las necesitas. Si sabéis a lo que me refiero.

La cola avanzaba y todas las demás huérfanas recibían las suyas. Aquello era extraño y escalofriante, pero no tenían opción. Tenían que obedecer a lo que los adultos dijeran.

Rose volvió a agarrar con fuerza la mano de Beth. Solo se tenían la una a la otra.

   —Oye, niñas, ¿cómo os llamáis? —volvió a decir la chica girándose de nuevo hacia las mellizas.

I HATE YOU, BETH  ♕  [ᴛʜᴇ Qᴜᴇᴇɴ'ꜱ ɢᴀᴍʙɪᴛ] ♕Where stories live. Discover now