#28

1.3K 201 131
                                    

Las horas parecían jamás pasar dentro de la habitación de Jisung.

Si bien era cierto que el sol ya no estaba tan arriba en el cielo como al mediodía y, en cambio, amenazaba con empezar a esconderse en el horizonte, los jóvenes ni se inmutaban. También era cierto que sus posiciones en la cama de dos plazas (a duras penas) habían cambiado. Pasaron de estar abrazados, el rubio enterrando la cara debajo del brazo del menor, a estar invertidos; el dueño de la casa con los pies hacia el norte y el invitado hacia el sur, únicamente sus cabezas estando lado a lado. Compartían la vista del mismo techo alto y de madera, con algunas manchas negras propias del material pero que, si prestaban exclusiva atención, podían llegar a encontrarles una forma, como se suele hacer con las nubes. Mentirían si dijeran que no habían querido forzar un corazón en aquel redondel que no parecía querer adaptarse a ningún objeto, solo para hacerse los románticos. De más está decir que se terminaron rindiendo. Quizá con sus dos corazones propios latiendo al unísono les alcanzaba.

A Jisung le fascinaba la forma en la que la luz del día pegaba en el rostro de Hyunjin y él intentaba evitarla de un montón de maneras. Al principio directamente hubo cerrado los ojos, sus pestañas chocaban con sus mejillas con fuerza. Luego optó por cubrirse con el antebrazo y a lo último se acurrucó contra el castaño, escondiendo la nariz en su cabello (personalmente, la favorita de Jisung). También descubrió que Hyunjin acostumbraba a ser demasiado inquieto. Mientras que el rubio daba vueltas en las sábanas cada una determinada fracción de segundos, él lo observaba con una media sonrisa, prestando atención de más a todas y cada una de las expresiones que ponía en su rostro, hasta que Hyunjin se quedaba quieto y le devolvía la mirada con la misma intensidad; ahí era cuando sentía sus cachetes enrojecer.

—Decímelo de nuevo —exclamó el rubio repentinamente. Jisung no entendía a qué se refería en un principio. Mas mediante iba descifrando aquella sonrisa juguetona, logró hacer memoria y puso una mueca entre cansina y divertida (aunque, en realidad, era imposible que se cansara de Hyunjin repitiendo aquellas palabras).

—Sos el hombre de mis sueños —susurró encima de sus labios, apenas haciendo contacto. Sintió a Hyunjin sonreír enormemente y girar sobre su espalda para quedar frente a él.

Y entonces se inclinó para besarlo, un beso más del montón que ya habían dejado de contar. Incluso las manos de Jisung se habían acostumbrado al agarre en los costados del mayor y ya las dejaba descansar allí por inercia. Hyunjin lo había notado, y no estaba en sus planes quejarse. De lo que sí iba a quejarse era del pequeño sobresalto que se apoderó de su cuerpo cuando un golpe se escuchó retumbar en el cuarto, y dirigió la mirada al castaño quien, a su vez, miraba a través de él.

El menor lo sacó con delicadeza de encima para salir de la cama y dirigirse a la ventana, donde un señor con un uniforme azul aguardaba del otro lado del cristal con una escalera. —Disculpen la molestia, chicos, pero vamos a estar haciendo algunas instalaciones. No va a haber cortes de luz ni nada, quizá solo un poco de ruido —informó, y a continuación bajó del techo para ingresar a una camioneta. Jisung recordaba haber visto el logo de la empresa estampado en la puerta antes.

—Son los de electricidad —explicó al muchacho aún incorporado en la cama una vez que volvió a cerrar la ventana —. Deben estar haciendo algún cableado.

Hyunjin asintió y rápidamente extendió sus brazos, indicándole al menor que volviese a acostarse. Minutos después estaban encerrados en su burbuja de nuevo, el rubio acariciando levemente el cabello de Jisung, casi haciéndolo dormir. Él mantenía los ojos entreabiertos, relajado ante el toque.

—Soñé que vos y yo estábamos en Venecia —habló luego de un rato. Su tono perezoso y ronco a la vez llamó la atención de Hyunjin —. Habíamos alquilado una de esas canoas, creo que es poco antes de la presentación, porque vos ya estabas rubio. Pasamos por abajo de un puente hermoso de colores. Me acuerdo que paramos de remar porque queríamos que nos sacaran una foto ahí, justo pasaba una desconocida con una cámara y nos hizo el favor. Y vos estabas precioso, y nos besábamos mucho. Así como ahora ¿sabés? Algún día me gustaría ir allá.

moles 》hyunsung.Where stories live. Discover now