#15

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El camino de vuelta a la casa había sido totalmente diferente al del mediodía. A pesar de que el viento se hubiese levantado debido a la puesta de sol y los vellos de sus brazos se erizaran con frío, ninguno de ellos quería volver en realidad. Se notaba porque Hyunjin ya no caminaba dando aquellas zancadas que siempre dejaban en desventaja al menor y porque Jisung se detenía cada un par de pasos para atarse los cordones o para inhalar el aroma del campo que al día siguiente, en su pueblo natal, extrañaría. O aquella era la excusa que le ponía al mayor. En realidad no iba a admitir en voz alta estaba disfrutando de su compañía silenciosa mas no invisible.

Sin embargo, para cuando ya habían recorrido más de la mitad del descampado y la delgada figura de cabellos rojos de la señora Hwang se asomaba por la entrada de la casa, Jisung se animó a romper el hielo. Ya no había más hojas que crujieran bajo sus zapatos y sus cordones habían sido atados con un doble nudo, así que no tenía otra opción que mantener la curiosa mirada de Hyunjin, aunque esta lo hiciese sentir más inseguro de lo que ya estaba.

—No sé si lo dije ya... pero gracias  —exclamó, se obligaba a sí mismo a no bajar la cabeza —. No sé qué hubiera pasado si seguía un solo día más encerrado allá, en el pueblo.

Hyunjin le dedicó una sincera sonrisa. Lo cierto era que Jisung ya le había agradecido —indirectamente, el más alto ya estaba empezando a acostumbrarse— pero este parecía no recordarlo. De todas formas, Hyunjin hizo un ademán indicándole que no había problema, también quiso decir algo como que podía volver en cualquier momento que quisiese, pero si lo traía muy seguido sus padres empezarían a hacer preguntas incómodas y él no tenía demasiadas ganas de explicarles la situación. Y los boletos de autobús tampoco eran tan baratos.

—No es nada —respondió finalmente el pelinegro —. De todas formas me hubiera aburrido solo.

No es que hubieran hecho demasiadas cosas juntos. Las veces en las que habían mantenido una conversación por más de dos minutos habían sido contadas: el día que llegaron, a la noche; el sábado a la madrugada, en la bañera y hacía un rato, en la cima de aquel árbol. Pero para ellos aquello no parecía tener una connotación negativa. De hecho, Hyunjin disfrutaba los momentos en los que ambos jóvenes enmudecían durante minutos e incluso horas porque se encontraban tan absortos en lo que cada uno estaba haciendo al mismo nivel que cuando charlaban sobre un tema que tenían en común. A Jisung le gustaba escuchar lo que Hyunjin decía, pero le parecía igual de interesante y entretenido intentar leer sus expresiones y luego adivinar lo que pasaba por su mente en aquel momento. Como el sábado a la hora de la siesta, cuando Jisung regresó a la habitación luego de su llamada telefónica con Minho y se encontró al otro muchacho estirado en su cama con un libro entre sus manos y un claro rostro de "no puedo creer lo que está pasando". Instantes más tarde, cuando Hyunjin puso el separador entre las dos páginas que había estado leyendo y colocó el libro sobre su mesita de luz, suspiró y le confesó a Jisung que el personaje principal era realmente muy intrépido y que él, en su lugar, no hubiera actuado igual. Jisung simplemente rió.

—Te vamos a extrañar —le dijo dulcemente a Jisung la señora Hwang cuando vio a su hijo y a su amigo ya preparados para partir de su morada, luego de cenar aquellas exquisitas pastas —. ¡Te hiciste querer, eh!

Solo faltaba que Jisoo le apretara las mejillas como aquellas estereotipadas abuelas, de las que te dicen lo grande que estás cada vez que te ven y te engordan con miles de dulces y comidas. La pelirroja debía admitir que se veía tentada de tocar los cachetes esponjosos de su invitado, pero luego de una mirada asesina de su hijo, se dio cuenta de que sería demasiado raro. Así que le dio un rápido abrazo mientras que a Hyunjin sí le acarició las mejillas, solo para molestarlo.

Jinyoung los acompañó hasta la estación de colectivos más cercana y los ayudó a subir sus mochilas mientras su hijo rebuscaba en su bolso los boletos de regreso. Una vez hizo su trabajo, se despidió con una sonrisa cansada debido a todo lo que había caminado y les deseó a los muchachos un buen viaje.

moles 》hyunsung.Où les histoires vivent. Découvrez maintenant