#31

1.2K 179 272
                                    

Cuando Jisung fue a abrir la puerta de su casa a la cual habían llamado varias veces en los últimos dos minutos, no se sorprendió ante la persona que estaba de pie en su porche. Más bien, lo confundían sus dos maletas al costado de sus piernas y su rostro cubierto casi en su totalidad con una gorra y el cuello de una campera, bajo el calor del no tan pleno verano. Llevaba la mirada inquieta y se balanceaba sobre sus talones como si, después de aquella visita, tuviese que irse inmediatamente hacia otro lugar.

—Hola —exclamó Minho como saludo. Ni siquiera un simple "hola, Sungie", o tal vez un "¿qué onda?", como a lo que estaban acostumbrados. Por un lado, no se sentía cómodo tratándolo con tanta confianza. Su relación en los últimos días se había tornado un poco rara, por no decir que se había esfumado por completo (algo que el mayor quería evitar a toda costa).

—Hola —respondió Jisung, igual de inexpresivo. Lo observaba al contrario de arriba abajo, cosa que lo ponía nervioso. Minho no sabía dónde esconder sus manos temblorosas y la picazón que le recorría la nuca.

Luego de un prolongado silencio, reunió valor e intentó poner un pie dentro del hogar. Sin embargo, el cuerpo firme de Jisung se había plantado en el portal y no lo dejaba avanzar. Minho suspiró y se vio obligado a cambiar el rumbo de sus planes: iba a tener que decir todo lo que quería rápida y concisamente desde el lado de afuera. Nadie podía verlo allí durante mucho tiempo.

—Vine a pedirte disculpas, por toda esa situación de mierda que te hice pasar el otro día —comenzó, pero su amigo no se había movido ni un pelo. Ninguna emoción pasaba por sus ojos y, por primera vez, se sintió lejos de Jisung. Como a miles de kilómetros a pesar de tenerlo a tan solo dos pasos, era la frialdad de su mirada la que lo hacia retroceder y preguntarse a sí mismo ¿dónde había quedado su mejor amigo? ¿Aquella repentina forma indiferente de tratarlo era temporal, o realmente lo había perdido para siempre? De cualquier manera, estaba seguro de que, fuese una máscara o no, todo en lo que se había convertido Jisung se quebraría al instante luego de escuchar sus próximas palabras.

—No quería irme del pueblo y que vos siguieras enojado conmigo.

Intentó suprimir una sonrisa en cuanto notó que tenía razón. Por muy corto que haya sido, hubo un momento en el que los brazos de Jisung ya no se apretaban tan fuerte contra su pecho ni sus cejas estaban tan enarcadas. Un momento de debilidad que se había terminado de acentuar cuando, sin poder evitarlo, titubeó al preguntar: —¿Irte? ¿A dónde?

—Lejos —fue todo lo que respondió Minho. Se dio cuenta de que el menor había percibido aquello como una burla, así que endureció su semblante divertido y exclamó con lo que sonaba como la verdad: —No puedo decirte a dónde. Solo... necesito salir de este lugar. Ya acepté que vos sos feliz con Hyunjin y que no me necesitás mas y, sin vos, entonces no tengo motivos para quedarme acá.

—¿Por qué no podés decirme? ¿Acaso no vas a querer que te vaya a visitar?

Sin saberlo, Jisung había cambiado drásticamente la situación. Minho lo miró con una evidente sorpresa instalada en su rostro y lo maldijo internamente. ¡No se suponía que Jisung fuera a seguir queriendo tener relación con él! El plan se iba a echar a perder si no conseguía contraatacar con algo pronto.

—Es mejor así —un sonido parecido al de una lamparita encendiéndose se le había cruzado por la cabeza —. Son muchas horas de viaje y, además, es mejor que no sigamos siendo amigos. ¿No querías deshacerte de mí? Bueno, esta es tu oportunidad.

—Yo no... —estaba a punto de reclamar sobre aquellas palabras que jamás había dicho, pero algo le decía que era mejor dejarlo ahí. Inevitablemente hizo una mueca triste y de repente su voz comenzó a sonar un poco afectada —Está bien. Que tengas un buen viaje.

moles 》hyunsung.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora