#24

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Jisung no podía dormir.

Desde hacía años que aquella frase no era realmente una novedad. Más bien, a Jisung le sorprendían las veces en las que dormía toda la noche, de corrido. Pero esta no era una de aquellas.

Como si fuese ya una rutina, el castaño se quitó las sábanas de encima y caminó en puntitas de pie hasta el baño. No era su intención despertar a su hermana así que, apenas entró al cuarto y la puerta no exageró su abertura, agradeció mentalmente.

Se lavó el rostro con agua fría, intentando despabilarse. Ya que durante las próximas horas no estaba en sus planes dormir, pensó en sentarse en su escritorio a ver una película. Sin embargo, visualizó su teléfono en el borde del lavamanos y una idea se le cruzó por la cabeza.

Tan solo veinte minutos después Jisung se encontraba afuera de su casa, esperando a que su vecino saliera de su departamento. Llevaba el skate que hacía años luz parecía no utilizar bajo el brazo y la mano desocupada aguardando en su bolsillo. El clímax del verano ya había pasado y, aunque realmente no hiciese frío, los días ya no eran tan insoportables como a mediados de enero. Era por eso que el menor traía puesta una campera liviana encima y sus simples pantalones de pijama. Por otro lado, Hyunjin se había puesto un short que hacía que sus piernas lucieran incluso más largas de lo que ya eran y un enorme buzo oscuro, de los que generalmente se usaban en pleno invierno. Jisung se burló apenas el mayor se acercó a él y Hyunjin se excusó con que era una persona muy friolenta luego de golpearle el hombro.

—¿Te desperté? —cuestionó el de mechas castañas cuando comenzaron a caminar cuesta abajo.

Hyunjin negó con la cabeza. —No, yo tampoco podía dormir.

Jisung asintió. Le había mandado un mensaje a su contacto más reciente porque estaba en línea. Le preguntó si tenía ganas de ir un rato al skatepark y Hyunjin tardó unos minutos en contestar, luego le hubo explicado que había sido porque no encontraba el sticker exacto que quería mandar. Entonces allí estaban, caminando en silencio hacia el lugar que se había mencionado en su charla, aquel que se encontraba a tan solo unas cuadras más adelante que la plaza del barrio. Si tuviesen ganas también podrían simplemente ir allí, pero el skatepark era mejor en medidas de terreno para patinar. Jisung había ido apenas se hubo inaugurado pero debido a la gran cantidad de personas no tuvo la posibilidad de probar las grandes rampas así que, una vez llegaron a su destino y se encontraron con nada más que un grupo pequeño de jóvenes y una chica solitaria con el pelo de colores, el menor sonrió efusivamente.

—¿Sabés andar? —le preguntó a Hyunjin, señalando con el mentón la tabla que ahora había dejado en el suelo. El pelinegro sacudió la cabeza y Jisung prosiguió, chasqueando la lengua —Lo básico es fácil. Los trucos complicados se aprenden después.

Hyunjin le dedicó una mirada temerosa antes de, medio obligado, subirse al skate. Quería aprender y confiaba en el muchacho en frente suya, pero la idea de resbalarse y caer de lleno contra el piso lo asustaba. Jisung rió en voz baja y lo sostuvo de los brazos, mientras el pelinegro se concentraba en plantar bien sus pies.

—Es parecido a bailar —dijo de repente el experimentado, y Hyunjin lo miró a los ojos —. Lo más importante es el equilibrio.

Teniendo en cuenta sus charlas anteriores Hyunjin, de alguna manera, se sintió más seguro luego de aquellas palabras. Él sabía cómo bailar. O al menos supo. Así que andar en skate y de la mano de Jisung para no caerse no debía de ser tan difícil.

moles 》hyunsung.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora