Meses

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Las gatitas fueron creciendo rápido al igual que el cariño entre los tres.

A pesar de tener su propia cama ellas siempre dormían con Eren.

Eran las consentidas de la casa, como cualquier animalito existente como mascota. Jugaban toda la tarde como de costumbre hasta que llegaba la hora de dormir o de seguir con algunos que otros proyectos.

Ahí era donde ellas estaban inconformes, Mikasa era la que más lo desconcentraba.

Se paseaba frente a él, mordía su pluma o lápiz cuando escribía, se sentaba frente al comprador, impidiendo que viera o chocaba su cabeza contra la cara del chico.

— Espera, no —  la cargó — Ten paciencia, ya no tardo tanto en acabar, por favor —  y la bajó del escritorio

Ella solo lo miró con esos ojos tan brillantes y diferentes para después maullar a modo de reclamo.

— Tranquila, lo prometo —  besó su cabeza y la dejó en el suelo

Ambas gatas se acercaron, sentándose al lado de su silla. Fue anocheciendo poco a poco y Eren no acababa.

Ambas se estaban resignando a que ya no jugarían más.

Annie subió al escritorio y se acostó al lado del brazo del chico, mientras que Mikasa se dormía en sus piernas.

Sin previo aviso, Eren se quedó dormido, Mikasa subió al escritorio.

Lo miraron tanto a él como a lo que estaba haciendo, se miraron entre ellas y bajaron al piso.

Alguien tomó la pluma de la mano del chico, mientras que otra persona recostaba su cabeza en una almohada y lo cubría con una cobija.

Abrió un poco los ojos, aún con sueño.

— El trabajo... —  susurró con sueño

— Shh, duerme, necesitas descansar —  escuchó una voz dulce para después sentir una suave caricia en el costado de su rostro.

Conquistado por aquella voz, durmió con todo el gusto que quería.

Despertó lentamente, comenzaba a amanecer, Annie amaneció al lado del chico y Mikasa en sus piernas, tal y como ayer en la tarde.

Miró la ventana, aún no salía el sol, miró el reloj, las 6:00 a.m, se levantó con violencia, asustado y asustando a sus gatas.

— No pude ser, el trabajo... —  miró el escritorio y encontró el trabajo resuelto.

4 hojas en total, sorprendente.

Mikasa subió al escritorio y junto a Annie comenzaron a lamer el rostro del chico. Él acarició sus cabezas sin separar su vista del trabajo.

Se levantó de la silla y cambió su ropa para después preparar sus cosas, desayunar e ir a la Universidad. Como todos los días.

Revisó la puerta antes de salir, estaba cerrada. Nadie pudo abrir la puerta al igual que las ventanas.

Se sentía confundido, ¿acaso lo terminó y al dormirse lo olvidó? No, se quedó dormido en el escritorio...

Recordó, no había llevado ninguna almohada con él y mucho menos una cobija. Recordó la dulce voz de alguien. Entonces sí entraron a su casa?

Pero quién? Y cómo? Sintió miedo.

Salió de casa, ignorando los maullidos de sus gatitas. Fue pensando todo el camino hasta que llegó al Instituto.

— ¡Hola! —  lo sacó de sus pensamientos

— Aah, Hola —

— Ayer se te cayó esto —  le entregó un lapicero que...no conocía

— Aaahh, gracias? —  lo tomó, la chica se sonrojó un poco

— No tienes tantos amigos o sí? —  comenzó a platicarle mientras su angustia seguía y su extrañeza crecía.

— No —  respondió

— ¿Quisieras tener? —  volteó a verla

Miró a la chica con demasiada extrañeza, y tan de repente la gente lo notaba

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Miró a la chica con demasiada extrañeza, y tan de repente la gente lo notaba.

— Pues...tal vez, pero creo que por el momento me quedo...con mis mascotas —

— ¿Tienes mascotas? ¿Perro o gato? —  sonrió

— Dos gatos, gatitas —

— Que lindo, yo tengo un perro —

Comenzaron a platicar hasta que llegaron al aula.  De verdad que fue extraño.

Mis lindas y tiernas nekosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora