Constancia

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Dejó que durmiera en su cama, salió de la habitación y suspiró. Tomó una manzana del frutero, se sentó en el sofá, tranquilizándose y comiendo la fruta.

— ¿Cómo está? —   se acercó Annie

— Bien, pero de todos modos mañana la llevaré a la clínica, por si acaso — 

— Que bueno — 

De nuevo, otro silencio incómodo.

— Son muy unidas, verdad? —  preguntó

— Eh?, sí, lo somos, primero peleábamos mucho para ver a quien te querías más pero al final...es igual, no nos molesta compartir —  encogió los hombros

— ¿Se peleaban por eso? — 

— Sí, bastante estúpido no? —  sonrió

— Un poco, sí —  admitió

— Bueno, apenas estábamos aprendiendo —

Al terminar con aquella fruta se acercó más a ella.

— Veo y noto que eres más distante al estar en la forma humana —

— Cre...crees? —  preguntó, algo intimidada por el acercamiento

— Sí, ¿Por qué? —

Annie no sabía que decir, es decir, sentía lo mismo que Mikasa pero de una intensidad menor, por ende igual era más tímida. 

 — Pues, no lo sé, me da algo de...vergüenza  — 

 — Vergüenza de qué?  —

 — De ser una chica...  —   
— ¿Linda?  —  la interrumpió, Annie solo asintió

— Pero eso no tiene nada de malo —

— Lo sé, pero a veces me incomoda, es decir, no estoy acostumbrada a cambiar tanto —

— Eres más introvertida que Mikasa —

— Sí, de eso estoy completamente segura —  sonrió  — Cuando ella ya es capaz de coquetearte yo apenas y puedo mantener una conversación —

— Pues ahora lo estás haciendo —

La chica se sonrojó y desvió su mirada.

 — Eres muy tímida  —

 — Lo sé, no me preguntes porqué  —

 — Está bien, conozco pocas personas que son como tú, pero no suele ser así para siempre  —  le sonrió 

— Tal vez, pero no sé, desde que nos propusimos hacerte feliz cambié demasiado —

— ¿Se propusieron? ¿qué cosa? —

— Dejar de pelearnos para ver a quien querías más y cuánto era nuestro cariño hacia ti, si era mayor o menor que la otra; cuando nos cansamos decidimos que ambas nos encargaríamos de complacerte sin importar nuestros propios sentimientos y.... —  se detuvo repentinamente al ver a Eren más cerca de ella y también al escucharse hablar. Había dicho demasiado, se avergonzó, sonrojándose.

— ¿Todo eso solo por mi? ¿No es excesivo? —  preguntó el castaño

— No, ya van más de dos meses que no piensas en el suicidio a causa de tu "soledad" —  volteó a verlo, pudiendo sostenerle la mirada  — Ahora incluso te arrepientes de haber pensado eso, ahora te preocupa dejar a tus padres y a nosotras solas, y eso nos hace felices —  sonrió

Eren copió su gesto, nadie nunca se había preocupado así por él, jamás.

— Gracias —  dijo tomando la mano de la chica y acariciándola 

— No... No creo que tengas que... agradecernos a nosotras sino a ti mismo —

— ¿A mi mismo? —  repitió la pregunta, Annie asintió

— Tú fuiste quién nos trajo aquí, quien nos sacó de nuestras aburridas jaulas e incluso tomaste la decisión de tener mascotas, tú fuiste quién tomó la decisión de no quedarte sólo —  sonrió y sus ojos brillaron

Tantas palabras bellas en un solo momento, Eren igual sonrió y se remontó a aquella vez en la que Mikasa lo miró tan atenta con esos distintivos ojos. Sonrió y desvió la mirada para después acercarse de nuevo y abrazarla. Contuvo un poco sus lágrimas, ahora veía increíble que alguna vez pensó en quitarse la vida sólo por el hecho de estar solo.

Annie lo correspondió, suspirando con calma y algo "perdida" por ese sentimiento que se iba desarrollando cada vez más y con fuerza.

— Ustedes... se han convertido en lo más, más, más importante de mi vida —  dijo mientras aumentaba un poco más de fuerza en dicho abrazo

— Y tú para nosotras, en verdad, es un honor estar contigo —  volteó su rostro y besó su mejilla para que luego al separarse fueran sus labios los que besaría, por primera vez. Sonrió y gritó internamente mientras mantenía sus ojos cerrados y su tez colorada.

En consecuencia, dicho amor comenzó a crecer más.

Mis lindas y tiernas nekosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora