Pasar del tiempo

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Diez meses, todo parecía tranquilo, Armin visitaba constantemente a su amigo y a ambas mininas.

Sorprendentemente, para Eren, fue teniendo más amigos en el colegio, ya no sólo era Krista y Armin, era Marco, Sasha, Connie y hasta la profesora de Ciencias. Estaba realmente sorprendido pero le agradaba.

Con sus gatitas era lo mismo, ya hace tiempo que ya no las ve con algún límite que le impida amar a ambas.

Su tiempo era mejor distribuido y el colegio ya no era problema, salía con sus amigos y pasaba la noche con sus chicas. Decidió comprarles algo de ropa para que cuando quisieran estar por mucho más tiempo transformadas en personas y si alguien llegara, fuera menos incómodo de explicar.

Su vida a ido de picada hacia el vuelo estable de nuevo, jamás lo había admitido con tanta satisfacción, estaba feliz.

Pronto cumpliría 19 y junto a él sus lindas compañeras cumplirían 10 años.

A veces se recostaba en el sofá, su cama o el piso mientras ellas se acurrucaban sobre su pecho, comenzaba a acariciarlas mientras miraba el techo, recordando todo, desde que las adoptó, cuando se transformaron por primera vez, las complicaciones que se presentaron, la vez que ambas decidieron demostrarle por completo y por separado el cuanto lo amaban. Cada día con ellas era genial.

Annie dormía con tranquilidad, mientras Mikasa la miraba fijamente, ronroneando.

Tocaron la puerta, lo que hizo prestar atención a ambas, era la madre del chico que venía a visitarlo como de costumbre.

— Hola mamá, no te esperaba —  la saludó, dejándola pasar

— Lo sé, quería caerte de sorpresa —  besó la mejilla del castaño

— Bueno pues, bienvenida — sonrió

Su mirada bronce se dirigió a las gatitas.

— Eren, ¿Annie se encuentra bien? —  preguntó

Ambas levantaron la cabeza y el chico volteó a verlas.

— Sí, seguro —  respondió

— ¿Las has llevado a la veterinaria? —

— Sí, hace tres días las vacunaron, me dijeron que podrían haber reacciones secundarias pero por el momento van bien, ambas —  les sonrió

Las mininas volvieron a acurrucarse en su lugar, cruzaron miradas para luego ser Annie quien durmiera de nuevo.

— Bueno, ¿Y de la escuela? ¿Cómo vas? —

— Pues bastante bien, ya vez que ya van dos meses que he subido de ocho a nueve y ahí me he mantenido; es extraño —  sonrió encogiendo un poco los hombros

— Sasha ya no te roba la comida o sí? —

— Ja ja, sí, ella nunca cambiará —  ayudó a su madre a sacar de su bolsa lo que traía para luego sentarse en las sillas del comedor.

— Y esa chica?, Krista —

Ere rió.

— Ya te dije muchas veces lo mismo ma', ella es y será siempre mi amiga —  la miró con algo de desaprobación por sus pensamientos.

— Mmm, bueno, si tú lo dices — 

Ambos rieron, siguieron platicando, comieron e igual siguieron con la plática.

Annie se levantó de la cama y se dirigió a la habitación de Eren, seguida por Mikasa.

Entraron al cuarto de baño y se transformaron. Annie se dejó caer, cansada. Los ojos de Mikasa se cristalizaron.

La rubia la miró y sonrió.

— Estoy bien, hermanita, quita esa cara larga —

— No, no es verdad, no estás bien, la inyección hizo reacción en ti de mala manera, debemos decirle a Eren para que nos lleven y encontremos una solución, por favor, Annie —

Ella negó

— ¿No ves lo feliz que está? No quiero arruinar su sonrisa por algo que no importa —

— ¿"Algo que no importa"? ¡Se trata de tu vida Annie! Tienes diez años, ya no somos igual que antes —

— Los humanos a los 56 no se ven tan mal —

— Pero tú tienes una enfermedad aparte de tu edad, Annie por favor —  comenzó a llorar

La rubia se acercó y abrazó a quien consideraba su hermana para consolarla.

— Dejémoslo ser feliz hasta que llegue nuestro momento —  susurró a su oído para luego lamer su mejilla en señal de cariño.

Mikasa sólo siguió llorando.

Mis lindas y tiernas nekosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora