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El viento soplaba con suavidad abrazando con amabilidad a una fina figura en medio de la fría tarde de un invierno único, lleno de futuras sorpresas y de un destino incierto.

Sugawara se acomodó el abrigo cuando sintió la leve ráfaga de viento colarse, su nariz estaba levemente enrojecida y las puntas de sus dedos estaban fríos, había sido un buen ensayo, desgraciadamente la atención del castaño se la había robado de nueva cuenta su rival en la historia; el cisne negro parecía retar incluso con la mirada al mejor bailarín y aunque esa misma mañana Oikawa lo había puesto en su lugar frente a sus ojos, el pelinegro se empeñaba en hacer rabiar al castaño provocandolo con su misma soberbia y prepotencia

—Bello Cisne— una suave voz resonó en sus oídos sacándolo de su breve repaso de los hechos anteriores.

Oikawa salió del estudio con un abrigo negro y guantes de piel a juego, se acercó al peligris y tomó su cintura sin vergüenza alguna provocando tintes carmín en las mejillas de Koushi

—Pense que te habías ido— Oikawa suspiró aliviado por haberle dado alcance 

—¿Corrió hasta acá? Luce algo agitado— preguntó el peligris mientras se llevaba una de sus manos al mentón

—Por su puesto— soltó la cintura del Cisne Blanco y lo señaló con un sonrisa —Tú me debes una cena—

—Ni siquiera le dí mi respuesta— Koushi bajó la mirada al suelo tímidamente

—Ouh— Oikawa pareció entender que la interrupción de Kageyama había sido más molesta que otras veces —¿Tienes planes?— preguntó

—En realidad no— contestó con simpleza el peligris

—Entonces no veo problema alguno, bello Cisne— el castaño sonrió —Sólo iremos a cenar y te llevaré a casa. Lo prometo— alzó una mano con convicción

—Bien— Koushi cedió y Tooru sonrió con emoción

El productor quería conocer cada faceta de esa delicada presencia, esa misma mañana había entendido que su fascinación no sólo se debía a su talento sino que quería verlo florecer en más de un sentido y conocer cada expresión que esa silueta de hermosa figura guardaba con recelo y que sólo mostraba al dejar su pasión correr por medio del baile. Quería provocarle más emociones, quería conocer otro lado del Cisne Blanco.

Su plumaje lo había cautivado incluso antes de que él fuera nombrado como productor y como si fuera un ritual secreto lo miraba con discreción en cada obra que Hajime presentaba.

Estaba fascinado

Encantado

Hechizado

Su campo gravitatorio parecía alterarse cada que lo observaba y lo obligaba acercarse aunque él se convenciera de que no era más que un tonto impulso.

—Ire por el auto— Oikawa partió y rápidamente se dirigió al auto negro, sus mejillas fueron recibidas por un ligero rubor a causa de la respuesta de aquel que había cautivado su atención.

Llegó al estacionamiento y con impaciencia arrancó el motor para llevarlo hasta donde estaba el bailarín de dulce apariencia. Se bajó y le abrió la puerta del copiloto con amabilidad y caballerosidad.

—No sabía que usted tuviera este tipo de detalles— comentó con picardía el peligris al subir al auto del castaño y es que al ser uno de los mejores bailarines de Japón vivía bajo la expectativa de todos, desgraciadamente eso había sido producto para la creación de numerosos rumores de todo tipo, Sugawara dudaba que todo lo que decían los medios fuera verídico, pero al conocer más de cerca a quien admiraba tanto pudo percibir que era alguien que siempre llamaba la atención incluso cuando ni siquiera lo intentaba, Oikawa era dueño de una carisma natural que era imposible no verse envuelto en sus juegos y bromas. Seguramente eso había causado más de un mal entendido dando origen a esos desagradables rumores

—Ya sé que parezco un patán, pero te aseguro que sólo es fama que los medios me han creado— Tooru se defendió mientras tomaba el volante —No soy un mujeriego o un casanova o un conquistador sin escrúpulos— empezó a desmentir los rumores más conocidos —Sólo soy alguien que ama lo que hace y...— hizo una pausa —No soy tan idiota para enredarme con cualquiera. Mis gustos son específicos— sonrió mientras se encogía de hombros, ese comentario llamó la atención del Cisne

—¿Cuáles son sus gustos?— preguntó cautelosamente y Oikawa quedó perplejo

¿Qué debía responder? Más bien ¿Cómo debía responder?

—Bueno...— Tooru seguía con la vista en el camino mientras meditaba con cuidado su respuesta, un semáforo en rojo lo detuvo y volteó a verlo —Me gusta que su apariencia sea delicada y elegante, que sus ojos reflejen lo que sus facciones siempre ocultan y que demuestre una pasión feroz y arrolladora que hace parecer cada uno de sus pasos un total y hermoso hechizo— sus ojos chocolate habían atrapado a los avellana y por un momento el tiempo pareció detenerse.

Tooru quiso acariciar esa mejilla blanca, lo anhelaba, era un deseo que le quemaba y lo consumía ¿Cómo decirle que su "gusto específico" estaba frente a él? Sin embargo el sonido del claxon hizo correr el tiempo de nuevo y Oikawa regresó sus manos al volante y su mirada al camino.

El corazón de Sugawara estaba desbocado ¿Que había sido eso? Esa descripción era...

No, tal vez estaba siendo muy ingenuo.

Pudo referirse a cualquiera, era una descripción muy genérica. No sé refería a él ¿O sí?

No, de nuevo estaba siendo algo inocente. No obstante...

Sintió como cada palabra llegaba a su corazón y se incrustaba en él, como si fueran dichas y elegidas sólo para el bello Cisne, tal ves si... No podía quedarse quieto todo el tiempo ¿O sí? No, también debía poner de su parte

—Tambien tengo gustos específicos— comentó Koushi y observó como una de las manos del contrario reposaba sobre la caja de velocidades del auto

—Has despertado mi curiosidad mi pequeño Cisne—

El peligris dudó, pero finalmente posó su mano encima de la del castaño con la esperanza de no ser rechazado

—¿Qué te parece el príncipe Sigfrido?— respondió con otra pregunta y al instante Oikawa tomó esa mano que estaba encima de la suya y se la llevó a los labios depositando un pequeño beso en su dorso

—Me parece totalmente ideal para un bello y pequeño Cisne Blanco

CisneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora