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El fin de semana había transcurrido con rapidez y de nuevo el lunes había llegado con ciertas amenazas volando entre los aires. Sugawara no había contestado ninguna llamada por parte de Oikawa, estaba tan dolido que no quería escucharlo hablar, no quería saber nada de él porque aquella confesión había roto toda confianza puesta en él. Por otra parte, Tooru imploraba para que el fin de semana terminara y él pudiera regresar para aclarar las cosas y explicar los motivos que lo habían orillado a cometer semejante estupidez, se sentía tan infame que ni siquiera estaba pidiendo ser perdonado, no merecía ni una pizca de bondad, pero si quería poner en contexto la situación antes de que se dictará la sentencia final.

Koushi llegó un poco tarde a la Academia, todos ya estaban calentando y el platinado tenía los ojos rojizos a causa de su noche en vela, cualquiera que lo mirase podría adivinar que ese chico de alma pura estuvo llorando por alguna pena que lo embargaba, la tristeza era realmente visible y en sus pupilas había cierto brillo peligroso. Con decisión en cada paso se acercó a su contraparte -el Cisne Negro- y se paró justo en frente de él mirándolo a los ojos con rabia, rencor y coraje. Su despecho se dejaba ver en cada poro de esa dolida mirada, alzó su mano y soltó una fuerte bofetada en la mejilla contraria.

El salón quedó en silencio tras el sonido del golpe, todos estaban perplejos ante la acción inesperada del Cisne Blanco y Kageyama se llevó una mano a la mejilla enrojecida mientras lo miraba con enojo e indignación

—¿Qué carajos te pasa?— bramó el pelinegro

—¿Qué que me pasa?— cuestionó en tono irónico -—¿Cómo mierdas me preguntas algo así cuando bien lo sabes?— Sugawara se había sorprendido de su propio lenguaje ¿De dónde había sacado el valor para decir tal barbaridad? — Eso debería de preguntarte a ti que te metiste con mi novio— bramó con fuerza sin importarle si estaba armando un espectáculo ahí mismo y Kageyama abrió los ojos, pero pronto esa expresión cambió y sonrió con petulancia

¿Así que Oikawa había tenido el valor de contarle su pequeño pecado?

—Deberías estar agradecido— se enderezó en un gesto lleno de suficiencia — ¿Por fin abriste los ojos con respecto a él?— cuestionó coloreando de ira las mejillas del platinado —¿Ya conoces su verdadera naturaleza?— habló con malicia

—Tú tienes la culpa— lo señaló acusatoriamente —Te metiste entre nosotros para tu disfrute personal, por eso siempre me mirabas con odio— las lágrimas amenazaban con salir —por que lo sabías, siempre lo supiste. Sabías que él y yo estábamos juntos y aún así te atreviste a hacerlo— se limpió las mejillas con brusquedad —No es justo— reclamó

—¿No es justo?— Tobio alzó una ceja ya con molestia —Yo te diré que no es justo— lo tomó del cuello de su chamarra y lo acercó a él —¿Te contó cómo fue que nos conocimos? ¿Te hablo de esa noche? —soltó con amargura —Yo lo conocí primero y le entregué todo de mi y aún así el muy hijo de puta te prefirió a ti— había rencor en esos ojos azules— Aquí lo injusto es que me culpes de las decisiones idiotas que Oikawa toma — más de un alumno abrió los ojos ante la relevación de la manzana de la discordia —Yo no lo obligué —

Mentira, él no le había dado elección, lo acorraló y tenía el cinismo de declararse inocente ante la mirada traicionada de alguien sin malicia en su corazón. Pero eso no lo sabía, ni tendría por qué, porque su intención no era resolver el mal entendido, para él las cosas eran mejor de esa forma

—¿Crees que es una blanca paloma a pesar de su pasado? — volvió a cuestionar —¿Te contó todo?— Sugawara era conciente de aquella situación, la conocía bien, Tooru tuvo la desencia de contarsela, pero al parecer había omitido ciertos aspectos, entre el que más destacaba era la forma en la que había conocido al Cisne Negro —¿Enserio crees que el cambiaría por ti? ¿Qué crees que hizo durante el tiempo en que se pelearon? —ese no era el trato al que había llegado con el productor, pero el platinado ya había colmado su paciencia así que decidió sacar todo el veneno que su alma oscura guardaba —Se enredó con su antigua profesora—

—Mientes— murmuró con coraje, eso no era posible. No, no, no, no, no

—¿No me crees?— Tobio parecía disfrutar mucho la situación —Ve al bar que está aquí cerca y pregunta por esa noche. Compruébalo por ti mismo—

Lo que decía parecía tener sentido, las veces que había visto a Oikawa y a Shimizu juntos empezaba a relacionarse, aquella pareja que lucían perfectos juntos y que parecía que ocultaba más de un secreto. Eso había terminado de romper el fino vínculo que aún tenía en el castaño y lo odio... Se odio por ser tan ingenuo y confiar ciegamente en un amante sin escrúpulos, se odio por dejarse llevar tras recibir la calidez de unas cuantas palabras llenas de las más crueles y dulces mentiras

—Es un hijo de puta— bramó Kageyama

Pero eso no tenía sentido, si Kageyama lo odiaba como decía hacerlo entonces... ¿Por qué se había acostado con Tooru en Tokio?

Algo parecía fuera de lugar, algo en su corazón le decía que había más, pero fue su mente la ganadora de la contienda interna maldiciendo mil veces el día en que fue a esa presentación para verlo bailar, el día en que se enamoró y el día en que se entregó.

Nada era justo, no

—¿Quién es un hijo de puta?— aquella voz le sacó un respingo a los dos estudiantes que voltearon a ver encontrándose con Iwaizumi cruzado de brazos y bastante molesto —Diganme. Yo también quiero saber quién fue el que se ganó tal adjetivo calificativo— aunque no necesitaba que se lo dijera podría inquirirlo con tan sólo ver a los dos cisnes molestos el uno con el otro

¿Ahora qué hiciste pedazo de mierda?

Hajime había llegado a media discusión y se había sorprendido ante los falsos que el pelinegro le estaba levantando a su primo, uno por despecho dice cosas horribles, pero aquello caía en la bajeza. Aún así decidió no interferir y dejar que Oikawa resolviera sus problemas, él se lo advirtió, le dijo que no lo llevará a la Academia y ahí estaba las consecuencias a sus acciones

—Sugawara-kun no te ves muy bien ¿Por qué no vas a casa?— ofreció el moreno —Le diré que te busque después para aclarar esto. Estoy seguro que hay una explicación— siguió hablando con tranquilidad mientras Tobio chasqueba la lengua —Llega en la tarde ¿Cierto? Hablen esto entre ustedes— realmente no quería meterse de lleno en la situación, pero debía calmar la turbulencia de las aguas, volteó a ver a Kageyama y frunció el entrecejo —Te quedarás a ensayar hasta tarde— dictaminó —Ahora a ensayar, ya fue bastante del espectáculo— ordenó y todos siguieron la indicación sin rechistar mientras Sugawara salía de la Academia y se dirigía al bar que le había sugerido Tobio

Debía comprobarlo antes de dar por sentado las cosas, debía aunque la respuesta le partiera el alma en mil pedazos

CisneWhere stories live. Discover now