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La semana había pasado, y con eso, la llegada del sábado había llegado muy pronto

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La semana había pasado, y con eso, la llegada del sábado había llegado muy pronto. Ese día Joaquín se sentía más alegre de lo normal, porque ese día saldría con sus amigos a pasear muchos perritos.

Y él amaba los perros.

Caminaba junto a Dylan y Ethan, mirando las direcciones en una hoja de papel donde debían ir a buscar a sus clientes. Ethan leía las direcciones, mientras que los otros dos chicos veían las casas.

- Esa es muy bonita - Dylan señaló una casa azul bebé con un pequeño jardín delantero y un gnomo rojo como adorno.

- Que bueno que te guste, porque esa será la tuya - dijo Ethan, revisando la hoja.

- ¿En serio? - Dylan sonrió.

Ethan asintió.

- Entonces, me adelantaré.

Suerte - se despidió con una sonrisa y empezó a caminar hasta aquella casa.

Los dos chicos lo miraron caminar por el pequeño jardín delantero, entrando al pórtico y luego tocar la puerta. Un chico rubio le abrió, hablaron un rato y después le entregó una correa donde llevaba a un pequeño cachorro blanco con café.

- ¿Quién es el dueño?

Ethan revisó la hoja.

- Uh... Un tal... Alejandro Jung... Creo que va a nuestra escuela.

Joquin asintió, revisando la hoja en sus manos.

- La mía está a una cuadra, me adelanto ¿está bien?

- Sí, claro. La mía es esa - Joaquín apuntó la casa de frente.

Ethan se despidió, dejando a Joaquín solo.

Tomó aire, para luego cruzar la calle y caminar por el mini jardín lleno de flores de la gran casa blanca con detalles en negro. Guardó la hoja en su bolsillo y tocó el timbre, esperando pacientemente a que alguien abriese. Escuchó pasos desde atendro y luego un par de seguros para luego la puerta siendo abierta por un chico demasiado pálido.

Los ojos adormilados de Emilio Osorio recorrieron el cuerpo de Joaquín parado en su entrada. Talló su ojo izquierdo y lo miró aburrido.

- ¿Qué?

- Lamento las molestias - dio una leve inclinación, sintiéndose nervioso ante el tono del chico -, pero aquí dice que aceptaste el servicio de paseo a mascotas.

Le tendió una hoja, Emilio la tomó sin muchas ganas, leyendo sin quitar la mirada aburrida. Joaquín entrelazó sus manos en sus muslos, mirando a otra parte sintiéndose nervioso. ¿Por qué justamente tenía que tocarle ese chico? Quizás no debió de intercambiar los papeles con Ethan.

Emilio le devolvió la hoja, entrando a la casa dejando la puerta abierta, Joaquín hizo muecas mientras esperaba, hasta que regresó con un pequeño cachorro café en brazos. Lo dejó en el suelo y le tendió la correa negra.

- ¿Cómo se llama? - Joaquín se agachó para acariciarlo.

- Samay. Bien, escucha - se cruzó de brazos mirándolo serio -. Necesita detenerse cada dos cuadras, ¿llevas bolsas?

- Sí...

- Perfecto. A veces se cansa, por lo que necesita descansar. Por nada del mundo lo pierdas de vista y no dejes que ningún perro se acerque. ¿Entiendes?

Joaquín repasó las indicaciones en su cabeza. - Claro...

Emilio se agachó, acarició a Samay y le susurró algo que Joaquín no entendió del todo. Pero juró haber escuchado un "enemigo", pero fue tan bajo que quizás lo pudo haber imaginado.

- Entonces nos vamos, lo regresaré dentro de un par de horas - se inclinó, girándose con Samay adelantándose.

Ese chico era muy exigente.

Ese chico era muy exigente

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✩Sweetie✩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora