"No, no me arrepiento de nada"

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***14 días después de tomar la libreta.***
(23 de diciembre)


—¡Esto es genial! —El grito de Kara casi hizo que Lena cayera de bruces en el hielo compacto. Su instinto de sobrevivencia la hizo mantener el equilibrio.

Deseo #36 Patinar sobre hielo.

—De verdad eres un dolor en el trasero, Kara. Realmente odio que aparezcas así, sin darme un aviso. Moriré seguramente de un infarto. —La rubia sonrió apareciendo a su lado en medio de una gran pista de hielo al aire libre. Usaba ropa abrigadora, como todos los ahí presentes. Lena dudaba que tuviera frío.

—Amo patinar, que puedo decir. Y lo amo más porque son épocas dónde la gente se reúne con amigos y familia para disfrutar. Me alegra pasarlo contigo. Este año mi hermana y yo iríamos con mamá a pasar noche buena. —Lena no supo que decir ¿Dar condolencias? Improbable, pensó. Mejor cambio de tema.

—Como verás, no se patinar. Estoy haciendo mi mejor esfuerzo por no romperme la cara, el trasero o chocar con alguien en esta abarrotada pista. Todo depende de la fuerza, la velocidad y la torpeza de la masa. —Kara soltó una carcajada que hizo latir el corazón de Lena y calentó su rostro.

—Bueno, déjame ayudar a la masa,  a ti y a tu trasero, quiero decir. —Lena sonrió al sentir los brazos de Kara rodearla por la espalda y sujetarla firmemente de la cintura. Pudo por momentos sentir el aliento cálido de la rubia en su nuca y por una vez, disfruto plenamente de esa pista de hielo. —Lo ves, ya lo haces mejor, solo necesitabas un poco de guía. —Lena se sonrojó y sujeto esas manos que rodeaban su estómago.

—Contigo es agradable y por alguna razón me haces sentir segura, Kara. —La rubia la giró de pronto y quedaron deslizándose una frente a la otra solo tomándose fuertemente de las manos.

—Te ves tan hermosa, Lena. —La azabache presa de un imán, acercó su rostro al de Kara y entonces...la realidad la despertó.

—¡Demonios! ¡Eso duele! —Lena cayó abruptamente sobre su trasero.

—¡tía Lena! —Una joven adolescente se  deslizó patinando a la perfección rumbo a ella. La azabache no sabía si intentar levantarse para seguramente volver a caer o gatear en el hielo para salir de la pista. Ambas opciones, notó, eran indudablemente bochornosas. —¡Oh por dios! ¿Estás bien, tía Lena? —La joven se arrodilló.

—Rubi, creo que es obvio que no estoy bien y por el bien de ambas, ayúdame a levantarme y salir de este pozo infernal. —La adolescente la ayudo con cuidado a ponerse de pie.

—Tía Lena, por pura lógica, creo que el infierno tiene fuego y calor. La pista de patinaje es de hielo y es fría. Es lo opuesto.

—Es una metáfora, Rubí. —La chica asintió. —Salieron de la pista y Lena logro sentarse detrás de la valla que la delimitaba. Aún adolorida de su trasero, se negaba a sobarlo. Mantener el decoro, se decía. —Gracias, Rubí. No sé que hubiera sido de mi si no hubieras aceptado acompañarme. —La chica sonrió.

—Mamá ha estado un poco ocupada últimamente y me gusta salir a pasear contigo. Eres lo más cercano a una familia, tía Lena, y eres la única amiga de mamá. Además, cuando la abuela nos rechazo, mamá siempre contó con tu apoyo. Nunca nos has menospreciado como muchos lo hicieron cuando supieron que mi mamá estaba embarazada. —Lena le sonrió con sinceridad y agradecida por su cariño. No tenía con quién compartir este reto, más que deseo, era patinar y no morir en el intento. Rubí era una buena opción. La presencia de la chica se hizo más notoria en LCorp ya que hace semanas comenzó a delegar más trabajo corporativo a su madre, Samantha Arias.

—Gracias por venir conmigo, realmente estoy agradecida o hubiera hecho más el ridículo. Odio patinar. Odio el hielo. —Rubi asintió con una expresión feliz..

—Bueno, no siempre tendré la oportunidad de ver cómo mi tía favorita besa el piso frío y congelado con el trasero. Lastima que no tome una fotografía. —Lena la fulminó con la mirada, pero, al parecer, la chica era igual de inmune que Kara y no entendió el gesto. —Si lo odias ¿Por qué lo hiciste? —Lena suspiro. No sabía hasta donde decir sobre su fantasmal rubia. Optó por decir lo más simple.

—Alguien a quien aprecio no podía estar aquí. Así que he venido en su ausencia. —Rubi la miró expectante. —A pesar de odiar esto —señalo con las manos la pista — decidí que hay cosas peores que patinar...o caer en tu trasero. —la joven lanzo una carcajada fuerte.

—Bueno, espero que haya valido la pena, tía Lena. Ciertamente fue genial verte caer. Lo que no me explico es como lograste patinar hacia atrás si realmente te desagrada y no lo dominas. —Lena negó con la cabeza —Lo importante es que por alguna razón estabas sonriendo mientras te deslizabas. Ciertamente eso valió el dolor en tu trasero. —Rubi se alejo de Lena rumbo a la pista nuevamente. Lena la observó patinar con expertes.

—Ciertamente esa sonrisa tuya valía más que un golpe en tu trasero. Fue grandioso, Lena. —La azabache le lanzó una mirada fulminante. Pero en vista de su inmunidad, sonrió mientras Kara tomaba asiento junto a ella. —Simplemente te hace bien sonreír, pero sin caerte.

—Valió totalmente la pena porque estabas sujetándome, Kara. —Lena sintió la mano de la rubia deslizarse en la suya.

—Lo sé. —Y Kara se giró a mirar hacia la pista donde Rubí se impulsaba de un lado a otro deslizándose, sin soltar la mano de Lena.


***24 días después de tomar la libreta.***
( 2 de febrero)

—¡Esto pudiste hacerlo con tu hermana! —Lena, sentada en el sillón negro de su sala de entretenimiento, miraba enfurruñada a la ojiazul. Kara estaba de pie frente a la pantalla plana de 52 pulgadas con el control remoto, buscando películas en Netflix por género. Terror.

Deseo #42 Maratón de películas de terror.

—¡Oh, Lena! No seas negativa. Lo pasaremos bien. Hay palomitas de maíz, helado de galleta, mi favorito por cierto —la ojiazul sonrió casi babeando —y una frazada para taparte los ojos por si te da miedo alguna de las escenas. —Lena casi puso los ojos en blanco.

—¿Hola? ¿Recuerdas que estás muerta y te apareces frente a mi cada que te place? —Kara la miro y puso un gesto de interrogación. —Tengo mi propio fantasma acosador ¿Por qué me daría miedo una película de terror dónde la mayor parte del tiempo salen personajes exageradamente mutilados y ensangrentados salidos de la imaginación de un director geek?

—Bueno, tú lo has dicho, Lena. Son personajes ficticios horribles. Yo soy  real. Soy tu fantasma favorito y además estéticamente me veo mejor. —Lena resopló.

—Primero, real aún está por comprobarse. Soy la única que te ve. Tal vez tengo un tumor cerebral y por eso alucino con la última mujer que logro conmover mi corazón. Segundo, eres el único fantasma que conozco y puedo ver. Si es que comprobamos tu existencia en el punto número uno. Y punto número tres, resumiendo todos tus —Lena miro de los pies a la cabeza a la ojiazul —encantos, los cuales son absolutamente visibles, si, realmente eres algo verdaderamente lindo de admirar a diferencia de los personajes de esas películas. Confirmado. —Kara soltó el control remoto con una sonrisa de felicidad y se acercó a Lena, la cual estaba totalmente abochornada.

—Lena...—la rubia se sentó  junto a ella en el sillón —No necesitas otro fantasma, solo debes saber que soy feliz viniendo a verte, solo a ti. —Kara le tocó el rostro con delicadeza —También me sentí realmente hipnotizada por ti y mi corazón lo comprobó desde el momento que te miré. —Lena sintió como la rubia deslizaba su mano por su mejilla. —y si hablamos de encantos, déjame decirte que eres la mujer más hermosa que he conocido. En mi vida y en mi muerte. —Lena resopló contrariada. La palabra "muerte" aún le parecía dolorosa y más si se refería a Kara. —Se que no puedo comprobar mi propia existencia. Se que tú tampoco lo harás. Sólo se que estoy aquí, por tí, y que mi mano te está tocando, que puedo mirar tus labios y no puedo dejar de pensar en que quiero volver a sentirlos sobre los míos. Si me dejas besarte, esa será la única prueba que te daré de que soy real para ti, solo para ti.

Lena, con un poco de temor, tomo con sus manos el rostro de la ojiazul. Creía probable que se desvaneciera de pronto entre sus dedos. Kara pudo notar su temor en sus gestos y se acercó a ella también. El anhelado beso llegó como un soplo de vida para Lena, por extraño que pareciera. La humedad de los labios, de las lenguas, era la única comprobación que necesitaba para saber que estaba terriblemente enamorada de una mujer que ya había muerto hace mucho. Antes de que los pensamientos negativos la invadieran, se aferró a Kara como un náufrago a una Isla lejana. Tomaría lo que pudiera de estos momentos. Si la vida, el destino, la muerte o algo más grande le daba la oportunidad de pertenecerse la una a la otra, lo tomaría sin renegar.

—¡Wow! —Fue la única palabra que salió de Kara después de permitir que Lena rompiera el beso para respirar. —Lena por su parte, saboreo sus propios labios con su lengua y se arrinconó aún más en el sillón, en los brazos de la rubia.

La tarde noche entonces fue recibida por una media docena de películas de terror. Lena ignoraba los sonidos y escenas atroces que provenían de la pantalla. Ella solo disfrutaría de los brazos de Kara. Ninguna película de terror podría quitarle la alegría de estos momentos.


***36 días después de la libreta.***
( 14 de febrero)

—¡Vamos a morir! —Lena gritaba usando toda su capacidad pulmonar  más de 500 metros de altura sobre el nivel del mar.

Deseo #78 Volar en globo aerostático.

—Lena...no exageres. —Kara tomaba la mano de la azabache, haciendo círculos con su pulgar. —Vas a asustar al joven al otro lado de la canastilla.

—Es cierto, pero...el que conduce el globo y yo podríamos morir en cualquier instante. Ciertamente no tenemos el estado físico o místico del que tú a veces olvidas poseer. Ya sabes, le tengo respeto a las leyes de la gravedad y asi. —Lena agitó sus manos y de inmediato se acurrucó dentro de la canastilla con los ojos cerrados. —Te dije que odiaba las alturas y aún así me hiciste hacer esto. —Kara le tocó el rostro con su mano libre.

—Sabes que no me apartaré de tu lado, Lena. Estás conmigo y la vista es increíble. Supuse que podrías disfrutarlo tanto como yo. —Lena negó con la cabeza.

—Estoy demasiado asustada. Puedo entrar en un shock ligero que incluye temblar sin control por momentos. Soy de esas personas que piensa en todo lo trágico que puede pasar si el globo se desinfla o se incendia. Tiendo a pensar en todos los contra que un viaje en las alturas puede ofrecer. —Kara se arrodilló frente a ella. Con mucha delicadeza abrazo a Lena.

—Yo soy de esas personas que les gustaba la adrenalina. Ya sabés, salto en bonge, en paracaídas, subir en un helicópteros, escalar, sujetarme en un parapente. No sé, me gustaba sentir el aire chocar contra mi rostro, o la libertad de sentirme fuera de este mundo. —Lena rio ligeramente.

—Literalmente estás fuera de este mundo, Kara. Aunque puedo subir a un avión y en ocasiones muy esporádicas he subido a un helicóptero, un viaje en globo aerostático no está dentro de los servicios aéreos más frecuentes y  más seguros. No puedo evitar sugestionarme por pensar en lo doloroso que se sentirá una caída a esta altura.

—¡Y ni siquiera estamos a 1000 metros de altura! —Lena abrió los ojos y la golpeó de forma juguetona en el brazo.

—¡Oh, cállate Señorita adrenalina! —Kara rio con gracia y se puso de pie, ofreciendo una mano hacia Lena. —No, no lo haré. Aquí estoy bien. El recorrido dura solo 30 minutos, así que esperaré aquí sentada. —Kara permaneció con el brazo extendido.

—Vamos, Señorita Luthor. Creí que la gran CEO de LCorp no le tenía miedo a nada. —Lena enarco una ceja.

—Tú eres la prueba no viviente de que no le temo a nada. Solo es mi instinto de supervivencia que se activa en momentos como este. Además, no entiendo el afán de escoger México para subir aquí. Pudimos alquilar uno en las afueras de Ciudad Nacional. —Kara negó con la cabeza. 

—No. Si iba a compartir un vuelo por los aires contigo, sería en un lugar al que no había podido ir. Y que mejor este día en particular ¿Sabías que se celebra hoy el día de San Valentín? —Lena parpadeo un poco pensando en sus palabras.

—¿Me estás diciendo que venir aquí fue para darme un paseo romántico? —Kara asintió.

—Lena, pude decirte que fuéramos a Egipto si quería pirámides. Pero se acercaba está fecha y en este país había recorridos especiales para los enamorados sobre las pirámides de Teotihuacán. Creí que estando conmigo podrías disfrutar por una vez de una vista maravillosa desde las alturas. —Lena sujeto su mano y con las piernas muy temblorosas se puso de pie, casi aferrándose al cuerpo de la rubia.

—No sé si odiarte por convencerme a venir, o agradecerte por dejarme pasar un día como este contigo. Ciertamente mi amor-odio está activado contigo en cada momento, pero gracias. —Lena respiro profundamente. —Hay grandes probabilidades de que me dé algo de vértigo o me vomité sobre tí. Aún así estás conmigo y creo que lograré mirar por 5 segundos esa maravillosa vista de la que tanto hablas. —Kara la beso rápidamente.

—5 segundos son suficientes para mí. Vamos, gira tu rostro y disfruta de la inmensidad de la vida.

Sin dejar de sujetar a la ojiazul, giró su rostro y observó la magnífica postal frente a ella. Los brazos de la rubia eran protectores. Gentiles. Cálidos.

"Escribe un deseo para siempre"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora