Mi villana

RUPTURA 5

-Salgan de allí- la voz de Dabi era despreocupada en medio de ese oscuro callejón.

Pasos se oyeron desde atrás, delante de él y, poniendo su cuerpo lateralmente, encaró ambas personas que lo tenían contra las cuerdas.

Un peliverde y una rubia.

-¡Hola, dabi-kun!- saludó toga con una alegre sonrisa en su rostro.

-supongo que así es como termina todo- dabi miró a toga y luego a izuku- ¿Y tú? Te creía muerto.

-venga, no es como si vieras un fantasma- los ojos de Dabi fijaron los del peliverde siendo estos de color rojo.

-tu...Venom- señaló el pelinegro e izuku aplaudió.

-increible mi querido compañero, acabas de delatarme- toga no dijo nada, ella aún mantenía su duda ante el nombre dicho por el pelinegro

-¿Luego de crearte te revelas? Supongo que el maestro tuvo sus dudas si utilizarte realmente- respondió el pelinegro.

-es normal cuando creas algo y se revele contra ti cuando no están en buenos términos...así como jefe empleado- maliciosamente se llevó su dedo a su boca- ya estoy saboreando tu sangre en el piso.

-bueno, no es como si no estuviera preparado para tus acciones- toga observó como el suelo estaba húmedo.

Pero el olor que desprendía era muy notorio.

-gasolina...- señaló la rubia y una navaja cayó de su manga a su mano lista para lanzarla al cuello del pelinegro.

Dabi movió su dedo y una pequeña flama caía lentamente al suelo.

Pero a milímetros de tocar los gases del líquido está se dividió y desapareció.

-¿Huh?- sorprendido por eso, el pelinegro no pudo mantenerse al conciente por desviar su cuello un poco de la navaja que voló cerca.

Pero en cambio, había cortado su garganta sin provocarle un golpe fatal.

La sangre caía de la herida y entraba por su garganta.

Cubrió el cuello con sus manos y la cicatrizó rápidamente, pero no fue así como lo pensaba.

Las flamas se dividieron desapareciendo y la herida volvió a abrirse, pero un poco más.

Desesperadamente se sujetaba del cuello evitando el derrame y retrocedió para tocar su espalda con la pared.

Sus ojos solo pudieron abrirse en par cuando sus dedos giraron hasta separarse de la piel y mutilarse poco a poco.

Su palma y luego su muñeca.

Viendo el hueso de sus antebrazos a carne viva se desesperó.

Trato de huir, pero no podía.

Sus piernas habían fallado.

Cayó de rodillas cuando otra navaja corto sus tendones perdiendo fuerza.

Sus brazos fueron comprimidos hasta estallar lentamente hasta sus hombros.

Sin poder hablar, sin poder gritar.

Miró delante de él La sonrisa del peliverde.

Y su cabeza miraba en dirección contraria.

Izuku alejaba sus manos del pelinegro y este cayó al suelo en seco.

Fue comprimido y metido en una bolsa negra.

-vamos- habló el chico y toga asintió para dejar el callejón.

Un cerillo tocó el suelo y este lugar se incendio.

Sin evidencias.

...

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