【 Día 4 】

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Familia;
Omegaverse AU;

Luego de extender la gastada manta amarilla sobre el césped de la colina en la que habían parado para disfrutar de una tarde en uno de sus lugares favoritos, Denki se recostó sobre ella y saco toda la comida que había traído, la cual según Hanta e...

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Luego de extender la gastada manta amarilla sobre el césped de la colina en la que habían parado para disfrutar de una tarde en uno de sus lugares favoritos, Denki se recostó sobre ella y saco toda la comida que había traído, la cual según Hanta era demasiada, pero Denki tenía sus razones.

Antojos, claramente.

Detrás de él sobre la carretera estaba la camioneta verde de Hanta, y delante un campo de girasoles aun pequeños, por los que ahora su esposo correteaba persiguiendo a sus dos pequeños hijos.

Emiko, que era la más chica, lucia su pelo rubio suelto y una pequeña colita aun lado. Unos ojos negros iguales a los de su papá, unas pecas sobre su nariz como las de Denki y llevaba puesto un jardinerito con una remera roja debajo.

Naoko, en cambio, tenía el pelo corto y de color negro. Además, por alguna razón, tenía heterocromía, un ojo amarillo dorado y uno negro. Usaba un pantalón negro y un suéter marrón con cuello en v. Para tener ocho años parecía muy grande ya.

Hanta los corría y estos escapaban entre los girasoles, la imagen frente a él era una muy tierna. Que, de no ser por su abultado vientre, él también estaría protagonizando.

No podía evitar sonreír cada que veía a su esposo y a sus hijos, era tan feliz con todos ellos con él. Luego de tantos años se sentía completo, con una familia, Al fin.

Mientras pensaba en eso Naoko se acercó.

– ¿Cómo estás, papi?

–Bien, con ganas de comer un sándwich, ¿y tú, peque?

Los ojos diferentes de Naoko se iluminaron.

–También, gracias.

– Entonces hay que hacerlo ¿Dale?

Y con un guiño el Ex-Kaminari sacó un plato y un par de ingredientes de la canasta para untar un pan con mayonesa. Luego, el otro lado y les colocó una hoja de lechuga, para finalmente poner un pedazo de pollo entre ambos panes. Cerró ambas tapas y lo apoyó en el plato sobre el mantel.

Mientras hacía eso Emiko y Hanta fueron hasta ellos. Hanta se agachó con Emiko en sus brazos y le pellizcó la nariz a Naoko, que soltó una risita mientras Emi cantaba una canción que había escuchado en la radio esa mañana.

– Taran ¿Quieres uno Emiko?–le preguntó a su hija.

– ¡Sí, por favor!

Emiko tenía ya tres años, y aunque se llevaba varios años con su hermano tenían una muy buena relación.

– Me aburroooo

Nao siempre tuvo una tranquilidad parecida a la de Hanta, pero definitivamente había tenido momentos en los que solo se ponía a llorar del aburrimiento cuando era pequeño.

Sempiterno | Serokami Week 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora