Sempiterno | Serokami Week 2021

【 Día 5 】

Disfraces;
AU medieval/fantasy

Todos son unos extras– decía Bakugo mientras se acomodaba por tercera vez el antifaz, la falta de costumbre que tenía el otro le inquietaba a Hanta.

– No seas así Blasty, tampoco hay que ser desagradables con la gente que ni conoces.

– Déjenme esto a mí – dijo Hanta– hago esto hace años, ¿si?

– ¿Y qué? ¿Quieres que te esperemos afuera, cara plana? No jodas.

– Estoy con Katsuki en esto. Estamos haciendo esto juntos, sería peligroso que entraras tu solo.

– Se lo que hago, Kiri – le guiño un ojo al otro– tranquilo.

Mientras el pelirrojo se sonrojaba y Katsuki chasqueaba la lengua, claramente celoso, Hanta le pidió con una seña la máscara a Katsuki, que se la dio a regañadientes. Se la puso sobre los ojos y caminó hacía la cueva que habían encontrado cerca de la gran fiesta del príncipe Todoroki.

Una vez dentro se colocó el único traje elegante que tenían, carísimo por cierto. Si no necesitaran tan desesperadamente ese collar Hanta no habría gastado jamás su dinero en un traje que usaría solo una vez y solo para mezclarse y robar sin llamar la atención.

Salió de la cueva y se colocó frente a la pareja de cazadores que se notaba se habían quedado en silencio desde que él se había ido.

– ¿Se me ve bien? No es mi estilo, la verdad. –Dio una vuelta frente al híbrido. Llevaba puestos unos ceñidos pantalones, unas botas altas igual de negras, la camisa del mismo color y el corsé blanco que aún no había atado.

– Si, te queda bien– Eijirou sonrió y Katsuki solo miró hacia otro lado, suficiente para él.

– Como no creo que Katsuki quiera, ¿Me ayudas con el corset, Kiri? – sin embargo, antes de que el pelirrojo pudiera decir algo, Bakugo caminó detrás de él y sujetó ambos cordones.

– Contene el aire –le susurró con una sonrisa sobre su hombro, y rápidamente tiró de ambos extremos para que el corset se ajustara a su cintura, dejando sin aire a Hanta por la rapidez.

– ¡Hanta! ¿Estás bien? – preguntó Kirishima. Bakugo soltó una risa y anunció que iba a afilar su sable en alguna piedra.

– Si querías, está bien– dijo cuándo recuperó el aire– Todo bien, Kiri. Voy a buscar el saco para entrar.

– Bueno.

Cuando tuvo puesto el saco salió del escondite en el que estaban ocultos y se dirigió a la mansión en la que se estaba celebrando la fiesta.

Era entrar, tomar un poco de alcohol que no probaba desde que había escapado de su casa, robar el collar del príncipe y escapar, de nuevo.

Fácil.