10-Prisionero en su prisión III

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Estaba boca abajo, cuando abrí mis ojos. Una manta cubría mi trasero descubierto y la luz de mi habitación se mantenía encendida brindando una escasa iluminación al lugar.
Los objetos a mi alrededor giraban impidiendo que pudiera enfocar
adecuadamente cualquier cosa. No era capaz de sentir mis extremidades y a medida que despertaba mi cuerpo entumecido comenzaba a percibir los estragos de la noche anterior.. Una punzada horriblemente dolorosa terminó despertando mis sentidos adormecidos.
Repentinamente todo lo sucedido calló de golpe sobresaltándome con un brusco estremecimiento, ayer los reos de Kleingsburg se habían amotinado y yo había sido violado por el reo numero 00783 Lampher Dhroskin, probablemente el nuevo líder la prisión.
Todos los horribles sucesos quedaban plasmados en mi cuerpo, y la suciedad sobre mi me carcomía haciéndome sentir asqueado.

Intenté levantarme pero solo pude conseguir sentarme de lado, el dolor punzante en mi parte trasera era inaguantable e impedía que mi cuerpo pudiese erguirse. Mi habitación lucía un desastre inmenso, la puerta destruida en su totalidad y tirada en el suelo, astillas de maderas esparcidas en todas direcciones, el closet abierto con toda la ropa desparramada ; el teléfono hecho trizas ; la mesa caída de igual forma y mi pantalón, en el otro extremo de la habitación.

Un estremecimiento de pies a cabeza sacudió los abismos de mis entrañas. El lugar se hallaba completamente vacío, y eso en lugar de aliviarme me aterraba.
Mi corazón comenzaba a tornarse agitado y palpitaba sin control mientras inspeccionaba lunáticamente las esquinas de mi habitación. Inspiré suavemente, cada inhalación era dolorosa y más difícil de llevar a cabo.
- Vamos...- dije suavemente dándome fuerzas para poder incorporarme.

Mis piernas falquearon ligeramente ante mi intento haciéndome caer sentado nuevamente sobre el colchón. Tragué saliva compulsivamente, intentando mantener bajo control mi angustiosa respiración.
Sin previo aviso una lágrima escapó por mi mejilla, la cuál al percatarme limpié con brusquedad.
<No es tiempo para esto>
En las afueras, el silencio sepulcral, solo conseguía angustiarme más de lo que estaba y ansiaba llegar al cuarto de baño pues hallaba en dicho lugar, que antes me parecía sofocante, un alivio al estrés que crecía cada segundo que transcurría sentado sobre el colchón.
También quería revisar mi cuerpo. Mis ojos se detuvieron en mi entrepierna, la sangre se había secado adhiriendose a la piel de mis muslos como una caspa negra.

- Ughh- llevé las manos a mi boca presionando con fuerza, aunque no sentía arqueadas. Pasé unos segundos observando mis muslos y negando reasio- no por favor ....detente.

Contuve con todas mis fuerzas las lágrimas que forzaban por salir de mis ojos y divagué observando vagamente la mesita , había un arma guardada en una de sus gavetas. De entre los recuerdos distorsionados de la noche anterior, recordaba a Lampher sacar y guardar una pistola de ella.
Jadeé entrecortadamente, en esta ocasión más decidido a ponerme en pie.

- ¿Despertaste?

- Ah!

Apoyado en el marco de la puerta, se hallaba un hombre completamente desconocido para mí, con ambos brazos cruzados me contemplaba de pies a cabeza, por la vestimenta instuí que se trataba de un preso. Al igual que la mayoría de los reclusos sus extremidades superiores cuya musculatura era sobresaliente estaban tatuadas en su totalidad. Su cabello castaño, ojos de tonalidades almendradas y piel tostadas le otorgaban un aspecto felino.

- Quien eres?

- Hanmsel- dijo cortante.

Su nombre no tenía ningún significado para mí, no sabía quién era.

- Has despertado ... Sígueme, el jefe quiere verte.

- El jefe...?- titubee incrédulo.

- Lampher...- respondió secante.

Prisionero en su prisión Where stories live. Discover now