Alba había llegado a la oficina antes que nadie y se había encerrado en su despacho dispuesta a trabajar sin descanso. La publicidad siempre había sido su refugio, su mejor remedio para dejar la realidad a un lado, un país de las maravillas hecho a medida donde podía dejar las preocupaciones atrás. De un momento a otro dejó de dibujar, observando todos esos bocetos, que nada tenían que ver con la campaña que pretendía llevar a cabo. No habían sido mas que la vía de escape mas rápida para dejar salir todo lo que la perturbaba. Puede que como pinturas surrealistas tuvieran hasta una salida digna. Arrugó los papeles con rabia y los rompió, descargando toda la ira que sentía en cada rasguño que les hacía hasta que el filo de una hoja terminó haciéndole una herida. Se llevó el dedo a la boca en un acto reflejo y al saborear la sangre, sacudió la cabeza admirando todo el desastre que había causado. Por más intentos que hacía, siempre terminaba destrozándolo todo a su paso.
Giró la cabeza al sentir como la puerta se abría tras ella y sonrió instintivamente al toparse con la sonrisa de Natalia. Llevaba un traje de chaqueta amarillo pastel y una camiseta blanca, sin duda diseñado para caer en todos los encantos que resaltaba. Natalia observó el desorden del despacho, la cara de circunstancias de Alba y levantó la bolsa que traía en la mano.
-El desayuno- se acercó a ella y dejó un tierno beso en sus labios-. ¿Crees que puedes despejar este desorden en lo que yo preparo café?- tiró de su labio inferior con los dientes-.
-Si tienes previsto sorprenderme así cada vez que madrugue, voy a pensar lo de adelantar el despertador un par de horas- cazó sus labios y le pasó las manos por el cuello para que no se le escapara-.
Después de unos cuantos besos, se concedieron una tregua. Alba despejó la mesa para que pudieran desayunar y Natalia se puso manos a la obra con el café. Se miraban de vez en cuando, no podían dejar de hacerlo y cada vez que sus ojos hacían contacto, el corazón les daba un vuelco. Aún no se había acostumbrado a vibrar en la misma sintonía.
-¿En que estás trabajando?- Natalia le tendió la taza dándole un beso en la mejilla-.
-En otro fracaso- gruñó Alba-.
-Ey- Natalia le alzó el mentón con los dedos-, no digas eso. Ya sabes que las ideas a veces son caprichosas y se hacen de rogar.
-Las mías ni siquiera han hecho acto de presencia- Se quejó, visiblemente irascible-.
Natalia negó con la cabeza, iba a tener que hacer un esfuerzo titánico para espantar todos los fantasmas de Alba. Sacó las berlinas de crema que había traído para el desayuno y le dio un mordisco, provocando a la rubia con una intensa mirada, una de esas que terminaban haciéndote caer en la tentación por mas que te resistieras. Alba bufó, se sentó frente a ella y tomó el dulce, disfrutando del bocado y soltando un pequeño gemido, buscando devolvérsela.
-Deja de darle vueltas- gruñó Natalia-.
-Lo intento, pero no es nada fácil. Algunas marcas han llamado con el propósito de rescindir el contrato pese a las penalizaciones- hizo un puchero-. Por más que he tratado de convencerles de que se quedasen, ha sido imposible lograr que cambiaran de idea.
-¿Y eso que importa?- Natalia movió las cejas-. Hay millones de marcas en el mundo, que se vayan todas las que quieran y que no vuelvan. Vendrán otras- le aseguró- y trabajar con ellas será aún mejor.
-También me han llamado de la universidad- Alba suspiró-. Al parecer no soy la persona idónea para impartir esa conferencia.
-Ellos se lo pierden- apretó los dientes-. Mas quisieran la mayoría tener tus ideas y tu saber hacer en la publicidad. No son más que unos burócratas acomodados sin oficio ni beneficio que temen que cualquier aire nuevo acabe con su imperio de enseñanza momificada.

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Una droga de diseño
FanfictionLa vida, un sorprendente y continuo sin sentido... Natalia y Alba se conocen prácticamente desde que nacieron, siempre han sido unas fieles compañeras de vida. De risas y llantos, de luces y sombras, de buenos y malos momentos. Entre ellas todo flu...