Si quieres ser amado, ama-Séneca
Un instante puede cambiar el transcurso de toda una vida, por eso se dice que la vida son momentos. Se puede pasar de la más absoluta felicidad al peor de los desconsuelos en décimas de segundo. De sentirnos los dueños del mundo, a ver como nos reducimos a cenizas. Por eso Alba, mientras intentaba quedarse, volaba entre sus mejores alucinaciones y ya no sentía el dolor. Todo era negro, pero cariñoso. Sabela volvía atropelladamente a la galería porque se había dejado las llaves de casa. Al salir por la mañana cambió el bolso a uno mas cómodo para su salida y ahora estaba en problemas. Suerte, que en la galería tenía otra copia.
Al llegar, se asustó al ver las marcas en la puerta y algunos cristales rotos, por lo que llamó a la policía. Era evidente que Alba estaba dentro porque ella siempre apagaba los cuadros antes de irse y seguían iluminados. No tenía nada que ver con el rollo de la eficiencia energética, sino con el amor al arte. Por eso, a pesar de las advertencias de la policía, se armó de valor y se saltó la recomendación de mantenerse a la espera. Alba era mucho más que su jefa y no iba a quedarse ahí como si nada. Al adentrarse, pisó algunos de los cristales rotos, pero siguió avanzando. Llamó a Alba varias veces sin obtener respuesta y al alzar la vista se fijó en las escaleras, donde había un bulto. La sombra se proyectaba contra las luces casi como si fuera una aparición.
-¡Alba!- gritó corriendo a su lado-.
Lo primero que hizo fue agitarla, mientras negaba en voz alta. Aquello no podía estar pasando. Intentaba hacerla reaccionar, pero al no conseguirlo, comprobó su pulso tomándole la muñeca y luego intentándolo en el cuello. A falta de mayores nociones, lo que había sentido contra sus dedos no era una paranoia, sino la resistencia de su jefa. Le cubrió la herida quitándose un pañuelo del cuello lo mejor que pudo y llamó a emergencias, informándoles de lo sucedido por el altavoz. Se concentró en las preguntas para dar respuestas precisas y cuando la autorizaron, comenzó la reanimación cardiopulmonar. Era la primera vez que lo hacía y estaba aterrada, pero en su cabeza solo estaba la imagen de Alba aquella mañana. Sonriente, con el pelo semi recogido, pintando en su bloc como si lo demás no importara.
-¡Vamos, joder!- gritó con cierta desesperación-. Venga, vamos.
Sabela no paró hasta que los médicos llegaron. De hecho, tuvieron que apartarle las manos del cuerpo para que les dejara trabajar porque ella ya ni siquiera sabía lo que hacía. Jamás pensó que vería como le rasgaban la ropa y la dejaban semidesnuda ante sus ojos para colocarle unas pegatinas en el pecho. Primero ese desternillante sonido y después, el cuerpo de Alba agitándose como una ola del mar contra las rocas. En ese instante, cuando se vio las manos manchadas de sangre, recordó el día en que se conocieron. Ella había hecho los deberes investigando un poco por aquí y por allá y por supuesto, había accedido al sistema informático de Rafmar por lo que tenía cierta información privilegiada. Necesitaba el trabajo y no podía recibir una respuesta negativa, pero ante Alba su estrategia de ganar-ganar, no servía. Solo eran ellas dos, de tú a tú. Una ingeniera informática con algunos problemas encima y una señalada it girl con ganas de hacer que sus críticos tuvieran que tragarse sus palabras.
-Por favor, toma asiento- Alba señaló la silla y sonrió al ver que se decantaba por la izquierda-. Normalmente la gente elije el otro lugar- Se mordió el labio-. Es por lo de no mirar directamente de frente.
-Por eso lo he escogido- le respondió Sabela intentando ocultar su nerviosismo-.
-Sabes, tengo curiosidad- confesó Alba con una sonrisa más amigable-. No todos los días alguien va a la guerra contra un gigante de las telecomunicaciones.
-¿Es el motivo por el que me ha concedido la entrevista?- inquirió Sabela-. Porque esperaba algo más profesional de usted. Puede que mis referencias no sean las mejores, de hecho, se lo pongo en bandeja de plata...Porque no soy lo que se dice, una secretaria al uso, pero tampoco le voy a permitir que se de el lujo de mirarme por encima del hombro. Creía que era distinta, que sus discursos realmente tenían algo de verdad. Supongo que es demasiado buena en su trabajo y nada más- se levantó de la silla dispuesta a marcharse-.

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Una droga de diseño
FanfictionLa vida, un sorprendente y continuo sin sentido... Natalia y Alba se conocen prácticamente desde que nacieron, siempre han sido unas fieles compañeras de vida. De risas y llantos, de luces y sombras, de buenos y malos momentos. Entre ellas todo flu...