Me quedo contigo

4.1K 263 91
                                    

Confidencias al oído, miradas furtivas y sonrisas mordidas acompañadas de la fascinante banda sonora de las bodas de Fígaro, fueron el escenario perfecto para la reconciliación definitiva entre las dos. La obra concluyó con las dos muy emocionadas y con esa mirada cómplice que siempre se les dibujaba en los ojos cuando estaban frente a frente, reconociéndose y abrazándose sin necesidad de hacer nada más.

-Ha sido mágico- reconoció Alba en voz baja muy emocionada-.

-La magia no ha hecho mas que empezar- le susurró Natalia al oído-.

-¿Crees que con un par de frases coquetas volveré a caer en tus brazos como si nada hubiera pasado?- inquirió Alba-. No me he olvidado de lo que vi- le recordó-.

-Yo tampoco- reconoció Natalia con la mirada triste-. Se que mi comportamiento no tiene excusa- sacudió la cabeza-. Solo...- soltó un suspiro-, no quiero que nos alejemos.

-Estoy aquí- Alba sonrió-, a unos cincuenta centímetros de ti- se mordió el labio-. ¿No tienes suficiente? - inquirió levantando el rostro para desafiarla-.

-Creo que si pudiera esta distancia obligada que ahora nos separa, no sería un problema- Natalia se mojó los labios-. Incluso habría saltado de espontánea en mitad de la función para gritar a los cuatro vientos que estás aquí conmigo y así, hacer partícipes a todos estos pijos insulsos de mi felicidad.

-No serías capaz- Alba se mordió la sonrisa-.

-¿Lo quieres comprobar?- inquirió Natalia-.

Natalia se puso en pie unos segundos después que el resto de las personas que ocupaba en palco, carraspeó varias veces para calentar la voz y abrió la boca lentamente para gritar, aunque la mano de Alba evitó que aquella osadía, tomara forma. Tampoco hacía falta llamar la atención más de lo debido y mucho menos, en la situación en la que estaban. Natalia sonrió mirándola a los ojos, sabía que había ganado al lograr que hicieran contacto. Se habían quedado muy cerca, apenas separadas por unos centímetros y aunque las dos habían dado un paso atrás para que nadie pudiera sospechar lo que no debía, las chispas habían vuelto a saltar.

-¿Qué tal si te invito a cenar?- Natalia miró a los lados para no excederse demasiado con el coqueteo-.

-¿Intentas que te quite el castigo?- Alba hizo una mueca burlona-.

-Puede- Natalia sonrió-. Tu, yo, la playa de fondo, las estrellas acompañándonos en esta noche mágica, uno de esos rosados diseñados para firmar la paz y una pizza de las que nunca quieres que se acaben.

-Lo tenías planeado- gruñó Alba-. Que conste que acepto por la pizza- le advirtió-. El restaurante de Luigi es el mejor y estoy muerta de hambre.

-Por supuesto, mi amor- le susurró al oído ayudándola con la chaqueta-. Esto no es una cita, ni nada que se le parezca.

Natalia había reservado en uno de los restaurantes favoritos de Alba para cenar, de aquella velada dependía que su relación no volviera hacia atrás, así que había sacado la artillería pesada para obligarla a avanzar. El sitio al que iban era un lugar especial, allí tuvieron su primera pseudo cita, con el primer sueldo de Alba trabajando en el verano en un parque de atracciones. La pizza les supo a gloria, consiguieron ponerse al día en esos aspectos que habían dejado de lado por esto y aquello y al final, terminaron como siempre, disfrutando de un rico helado mientras competían por quien de las dos había elegido mejor viendo las estrellas.

-Te quise besar- reconoció Natalia-. Aquel día- torció el gesto para mirarla-. Todo el rato quería hacerlo.

-Quería que lo hicieras- Alba sonrió-. Una pena que no te atrevieras.

Una droga de diseñoWhere stories live. Discover now