BLOODY HELL ;
rose becker es una adolescente que perdió a su hermana, el asesino descubre que ella tenía cámaras dentro de su casa ; donde Billy entra en su vida evitando que descubra la verdad.
« Mamá, me enamoré de un criminal »
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FUERA DE CASA
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— ¡Rosé, ven aquí! — su rubia hermana apreció en la vista de la cámara con una sonrisa, la menor quitó las manos del aparato dirigiéndose a ella con el mismo gesto. — ¿Qué haces en mi habitación?
— ¿Tuya? Nuestra. — replicó mostrando los dientes, la rubia abrió la boca en señal de estar indignado haciendo sus ojos más pequeños.
— ¡Mamá! — gritó saliendo del lugar con furia notoria en su rostro, Rosé se quedó en la habitación girando a la cámara oculta en el cuarto de la mayor.
— Ella es así, no pueden odiarla — habló entre dientes a la cámara con una enorme sonrisa, de nuevo la voz de su hermana sonó.
La transmisión finalizó dejando la pantalla en negro, era la primera fecha que tenían las grabaciones. Soltó un largo suspiro comprendiendo que eran las únicas veces que vería a su hermana de nuevo.
Sidney entró al cuarto con una mueca sin definir, la menor le hizo una señal con la cabeza apuntando a la silla de su lado mientras Rose caminaba al sillón y poder dormir.
. . .
Los ojos cansados y con ciertas ojeras bajo ellos caían en una pantalla grande frente ambas chicas, Sidney fue la primera en dar un trago de café pasando su amargura por toda su garganta para hacer una mueca.
— Esta mierda no tiene azúcar — dejó su taza viendo a la castaña girar con poco ánimo quien asintió imitando su acción, pero lo pasó sin desagrado.
— Te mantiene despierta, es lo importante. — elevó sus brazos estirando sus articulaciones, apartó su mirada notando la hora. — Deberías ir a dormir, mañana necesitamos tener energía.
Sid visualizó el reloj dándose cuenta que era tarde, asintió elevándose y tomando su hombro derecho caminando hasta la puerta cerrando con seguro y colocar un mueble sobre la entrada. Se recostó en el colchón que tenían viendo a la castaña.
— ¿No vendrás? — preguntó con el rostro sobre sus brazos dejando a Rosé en una silueta brillante, la menor dejó de prestar atención a la pantalla.
— Iré luego — la otra castaña asintió con sus pocas fuerzas quedando completamente dormida al instante, Becker se quedó con la mirada puesta en ella, acomodó su cabeza en sus rodillas aún estando en la mesa contemplando su delicado rostro.
