X - Una pieza en el rompecabezas

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Al tiempo que Norberto salía del recinto, era interceptado por un oficial de a bordo el cual le habló susurrándole al oído, a lo que él solo aprobó con una expresión de desasosiego.

—¿Ocurre algo hijo? —preguntó su madre quien se había detenido a hablar con un grupo de damas. 

—No, no es nada mamá, si gustas adelántate, te alcanzo en cubierta —dijo fingiendo tranquilidad y esbozando una sonrisa. Su madre sólo levantó los hombros y siguió conversando con aquellas mujeres. 

Bastida se acercó de vuelta a la mesa que ocupaban, notando que la joven y el coronel Astor apenas comenzaban a cruzar palabra.

—¿Me disculpan un momento por favor? —dijo aprovechando un instante en que ambos interlocutores detuvieron su conversación. 

Astor levantó la mirada.

—¡Claro, joven Bastida! Usted dirá —dijo el coronel dándole la palabra a Norberto. 

—Necesito hablar un segundo con la señorita O'Connor, ¿me permitiría?

—Adelante —aprobó el hombre.

Extrañada, Clarisse se puso de pie y ambos se alejaron algunos metros.

—El sargento de Marina solicita tu presencia ahora mismo… Nuestra presencia —confesó al fin.

—Eso es imposible, justo ahora no puedo, ¡estaría dejando pasar la oportunidad de mi vida! —dijo la joven.

—Y si no vas puede que todo empeore… Y hasta a la cárcel vamos ir a parar llegando a Nueva York —continuó Bastida mirándola a los ojos. 

Sin decir nada ella se acercó de vuelta a la mesa y se dirigió a Astor quien esperaba pacientemente mientras bebía una copa de brandy.

—Coronel Astor, espero me sepa disculpar, tengo un asunto personal urgente que resolver ahora y… 

—No se preocupe, tranquila. Me apenaba mucho decirle que en menos de media hora debo estar con unos socios, así que trataría de hacer esta charla lo más breve posible —dijo poniéndose de pie y mirando su reloj. —Pero en vista de que usted debe retirarse también, podemos posponerlo para… ¿Qué le parece pasado mañana? A esta misma hora —propuso mostrándose accesible. 

—¡Me parece perfecto! Y muchas gracias coronel, aquí estaré sin falta —dijo Clarisse estrechando la mano del magnate.  

Una vez que se despidieron de Astor, la pareja caminó saliendo de aquel lugar y siendo escoltados por el oficial, para ese momento la madre de Norberto ya se había retirado así que no se enteraría del rumbo que ellos tomaron. 

Al llegar a la oficina del sargento de Marina, aquel oficial les dio acceso de inmediato. Al interior el hombre ya entrado en años; el cual tenía como misión el cumplimiento de la ley a bordo del navío, los observó invitándolos a tomar asiento.

—Disculpen que los haya mandado a llamar de esta forma, pero necesito saber un par de cosas —dijo manteniéndose serio. 

—Adelante —respondió Clarisse mientras los nervios volvían a invadirla. 

—¿Hizo usted alguna parada o entró en algún sitio ubicado en el puerto antes de abordar el barco? —cuestionó el sargento. 

—En realidad… El único momento que me detuve fue cuando bajé de la carreta que me llevó al puerto —confesó tratando de recordar los detalles.

—¿Y vio algo sospechoso? —preguntó el uniformado.

—Solo recuerdo que mientras le pagaba al chofer, unos oficiales pasaron corriendo y cuando me agaché para tomar mis maletas alcancé a ver de reojo a un sujeto de bigote que portaba bombín, corrió detrás de la carreta, pero no le tomé importancia en ese momento —admitió Clarisse.

—El sujeto con bombín… Era justo lo que quería escuchar, un hombre con esas características fue detenido en el puerto solo unos minutos después de que zarpamos ¿no es así oficial? —dijo dirigiéndose al otro uniformado. 

—Así es sargento, es lo que nos informaron los telegrafistas —afirmó aquel hombre quien se mantenía de pie a un costado de su superior. 

—De acuerdo, ahora solo nos queda encontrar una pieza en el rompecabezas, el individuo del que hablamos confesó que un cómplice suyo pudo abordar el barco, pero no quiere dar más detalles sobre la identidad del mismo, solo sabemos que es hombre —dijo haciendo una breve pausa. —Y que no pagó un boleto de primera clase por supuesto… Para su tranquilidad señor Bastida —dijo con una ligera sonrisa dirigiéndose a Norberto.

—¿Eso quiere decir que estoy libre de cualquier acusación? —dijo la joven con una alegría que topaba a lo infantil. 

—Se podría decir...

—¿Entonces me devolverán mi equipaje al fin? —volvió a cuestionar.

—Eso es algo más de lo que quiero hablarle. 

Naufragaré en tu mirada  ©️ ✔Where stories live. Discover now