Aquel grupo de infantes había sido encomendado a la joven meses atrás por parte de una casa hogar que daba asilo a niños huérfanos, lugar para el cual trabajaba como voluntaria. Ahora la misión era llevarlos a los Estados Unidos en busca de una familia que pudiera darle una vida digna a cada uno de ellos.
La charla se extendiera hasta entrada la tarde, la joven escritora le contó también a su nueva amiga sobre sus sueños de brillar en el mundo de la literatura, aquellos sueños que sentía casi poder tocarlos con la punta de sus dedos.
—Debo irme Clarisse, los niños ya deben tener hambre —comentó Eleonor mientras cargaba a la más pequeña.
—Anda, no es bueno que se malpasen, deben crecer grandes y fuertes —dijo sonriente mientras pellizcaba la mejilla de Ryan, el más grande del grupo, quien por mucho rebasaba los nueve años.
Antes de que se apartaran, Clarisse alcanzó a ver de lejos a Norberto, observando como este se encontraba recargado en la barandilla, pensativo. Eleonor dirigió la mirada hacia donde la joven escritora, pues su expresión habría llamado su atención.
—¿Lo conoces? —preguntó curiosa.
—Este… Sí, es un hombre muy sencillo y caballeroso —dijo mientras sus mejillas se sonrojaron.
—Parece un buen tipo, aunque es difícil pensar que un sujeto de primera clase sea sencillo como tú lo dices, la mayoría son arrogantes y se creen dueños del mundo —dijo haciendo una expresión de fastidio.
—Norberto no es así… —respondió Clarisse al momento que sintió que alguien tiraba delicadamente de su vestido.
Al agacharse, el pequeño Will le extendía una flor hecha de papel.
—Es para ti —dijo el menor con inocencia. Clarisse se acuclilló y recibió aquel presente con alegría.
—¡Qué hermosa flor!, eres todo un caballerito —dijo acariciando la mejilla del niño. —Gracias... —concluyó casi en un susurro sin apartar la mirada de los ojos del pequeño quien sonreía con ternura.
—¿No te había dicho que Will hace todo tipo de figuras de papel? Es todo un artista y parece que le caíste bien —comentó Eleonor tomándo al niño de la mano. —Ahora sí, con tu permiso, pasamos a retirarnos.
—De acuerdo, nos estamos viendo, Elle. Cuídense mucho niños —dijo mientras el escuadrón se alejaba.
Sólo pasaron un par de minutos para cuando Clarisse sintió que alguien se aproximaba, notando que Norberto ya no se encontraba donde lo había visto minutos atrás.
—Quería tomarte por sorpresa —dijo Bastida al momento que la chica volteaba y sus miradas chocaban.
—Buen intento, solo que no contabas con mi sexto sentido —dijo con una coqueta sonrisa mientras lo tomaba de la solapa del saco y él la rodeaba con sus brazos, apartándose solo un par de instantes después.
—Vi que hablabas con una chica —dijo posandose junto a ella, ambos mirando la propela.
—Sí, se llama Eleonor y está al cuidado del escuadrón ángeles a la mar —comentó.
—¿Te refieres a los niños que vienen con ella?
—En efecto, esos pequeños son huérfanos, y Eleonor ve por ellos día y noche —dijo Clarisse mientras en su rostro se dibujaba una expresión de nostalgia.
—Debe ser complicado, y más no siendo sus hijos, admiro su labor —confesó Bastida.
—Imaginate ser tan pequeño y perder a tus padres… Eres afortunado de tener a tu mamá aún a tu lado, no sabes lo difícil que es estar solo en la vida —comentó Clarisse con la voz entrecortada y conteniendo el llanto.
—¿Qué ocurre? —dijo tomándola con cuidado de los hombros para mirarla a los ojos, secando una lágrima que corría por su mejilla.
—Me hizo recordar cuando mi mamá murió, tenía sólo doce años… No era tan pequeña como esos niños, pero aún así fue un golpe muy duro para mí —dijo rompiendo en llanto recargándose en el pecho de Bastida mientras este trataba de consolarla.
—Tranquila, de lo que debes estar orgullosa es que has salido sola adelante, mírate aquí a bordo del barco más lujoso y a nada de cumplir uno de tus más grandes sueños —dijo mientras sus miradas se conectaban.
—Quiero escribir una nueva historia… —susurró ella entrelazando sus manos con las de Norberto. —A tu lado… —continuó tomándolo de la nuca mientras él la abrazaba y sus labios se fundían en un beso que duró lo que fue voluntad de sus almas.
—Naufragaré en tu mirada... mientras escribes nuestra historia en mi corazón —susurró Bastida mientras el viento los despeinaba y el sol parecía ser devorado por el basto océano que los rodeaba.

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Naufragaré en tu mirada ©️ ✔
RomanceMiles son las historias que esconde el lujoso trasatlántico que se fue al fondo del mar una madrugada de abril de 1912. Una tragedia que marcó a cientos de familias. Clarisse O'Connor, una joven escritora, tomaría un pasaje de segunda clase con rumb...