XIII : Carente.

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Hannibal había llevado a su departamento a William después de lo ocurrido en la escena con el gurú del FBI, Will había llorado hasta quedarse exhausto y dormirse, siempre en los brazos de Hannibal aún cuando intentaba no necesitar ayuda para recomponerse pero era tarde para un arrepentimiento cuando Morpheus tocaba su puerta puntualmente para cuidar de su belleza de joven ángel y su hermosa mente no sea atacada más que por criaturas ficticias y no por los demonios reales que acechaban por él todos los días, ángeles caídos indignos de su belleza, ángeles siendo la plaga en el cielo, engendrados por la discordia y desterrados por la envidia.

Hannibal y Will pasaron la noche juntos compartiendo la misma cama bajo el alumbrado naranja de Baltimore que se filtraba por las ventana con sutileza, las mantas cobalto cubriendo hermosamente el cuerpo de aquel joven ángel, delineando con delicadeza la silueta que el propio Dios había forjado, toda esa vista era tan gloriosa para los ojos del doctor en la habitación que cuidaba a aquella divinidad esta noche, quería adorarlo por el resto de su vida y viviría de solo poder verle todos los días. Los ojos del muchacho durmiendo estaban hinchados y maltratados por las veces que había rosado su ropa sin ninguna delicadeza por ellos para secar sus lágrimas con amargura, el rojo era evidente en ellos y probablemente causarían ardor e hinchazón al día siguiente, Lecter había besado sus párpados fugazmente para no despertarle del sueño que tanto estaba necesitando, había acariciado sus mejillas y labios como si fuese una estatua de Marco Aurelio a quien estuviese admirando, cada gesto era el crecimiento del amor de Hannibal Lecter hacia el hombre que había conocido de casualidad.

No imaginaba su vida sin él desde ahora, todos los años qué se habia privado de tanto se iban a añadir los siguientes si ese día no hubiese querido tomar un poco de aire en el parque, iba a terminar su vida probablemente con un cónyuge que no le quisiese lo suficiente, alguien como Bedelia Du Maurier, intereses amorosos en el Doctor Lecter pero siempre aprovecharía la oportunidad de hacer burlas de él mismo, una incapacidad de amar al psiquiatra y una capacidad para odiarle aún si se encontraba dentro de sus gustos. Sin ir muy lejos, ninguna parte de Europa que le encantaría visitar nuevamente, ninguna galería de arte conocida, ningún artista y ningún personaje importante de la clase alta, pudo encontrar el verdadero amor en Will Graham, sus ojos habían visto sin compasión y sin filtros, se había enamorado del joven por realmente quién era, había visto en él, no sus discapacidades, no su situación, había visto como el humano hermoso que era y a veces Hannibal dudaba si es que no estaba imaginando su existencia, como realmente alguien podría tener esa belleza en todos los sentidos, como podría alguien ser una fuente de pureza cuando la tormenta quería posarse sobre su cabeza.

Su mente no había descansado en ningún momento hasta que pudo contemplar al otro hombre dormir en sus brazos, aún herido del alma pero la paz reinaba finalmente en su cuerpo, su mente ya no pensaba sobre Jack y la escena, ya no estaba atormentada por los gritos que habia escuchado, no era William llorando, no era William traicionado, era William descansando y con el rostro sereno, mientras el sueño quería ser capaz de arrebatarle los recuerdos dolorosos que Jack insensiblemente había creado.

Para Hannibal Lecter, no había acto más grosero que hubiese presenciado, Jack había sido egoísta y escupió todo lo que se le venia en gana a pesar del hecho de haber sabido la relación que él y el joven tenían, había tenido pensamientos poco éticos mientras la situación se presentaba ante sus ojos, no obstante el sentimiento de ira nunca se presentó y era solo la preocupación como la tristeza carcomiéndole al ver el desvanecimiento de felicidad en el rostro perteneciente al hombre de cabellos rizados, hilos de oro para sus manos. Por otra parte, estaba recordando el perfil que Price y Zeller habían dicho que Will desarrolló en la mañana tan revuelta que tuvieron, manifestaron que trabajó solo revisando fotos de la escena que Beverly irresponsablemente le mostró, se asemejaba al perfil que él mismo había hecho antes en el caso del mismo lunático, colocando las piezas faltantes que el suyo tenía y creando la posibilidad de atrapar a este asesino y caníbal de Minnesota que después de todo, ya no era mas que un delicado pajarito en la mira del FBI, menos para Jack, hombre siempre hacia más caso a sus opiniones propias.

Tra le dita.© -HannigramDonde viven las historias. Descúbrelo ahora